Querido José Antonio:
Han pasado ya dos días de tu fallecimiento, pero es ahora cuando me veo en situación de escribir algo en este humilde blog a tu memoria.
Marcaste la juventud de mi madre y, a través de ella, muy pronto, comenzaste a marcar la mía. Las letras de tus canciones hablaban de lo mismo que pusiste en las frases de Ramón Cabeza: gestos solidarios, paz que hermana. Hiciste que comenzasen a interesarme todas aquellas banderas rotas que pusiste sobre tu mesa, aquellas que todavía hoy, los que somos más jóvenes esperamos enarbolar de nuevo, pasadas ya las heridas de vuestra dura derrota.
Desde tus paisajes urbanos con días escolares, hiciste también que yo, desde los míos, me conmoviese imaginando tan nítidamente a través de tu poesía a aquella vieja, sentada junto al hogar, repasando viejas mudas que ya nadie se pondrá. O sintiendo la tristeza de aquellos que quisieron volver un día, pero eso no pudo ser.
Así mismo, mi madre, a través de tus canciones me enseñó a amar esta región, este país que es Aragón, a la par que lo iba descubriendo fascinado mientras iba avanzando mi vida. He sentido todo lo que implícitamente conlleva ser aragonés, y por ello no he de dejar de trabajar en construir de esta tierra un hogar y un paisaje, entre el polvo, la niebla, el viento, y el sol.
Puedo decir que he tenido la gran suerte de escucharte en directo y de haber sentido sensaciones indescriptibles rodeado del gentío que cantábamos junto a tí aquello de que caerán "huracanes de miedo ante la libertad".
Los años en que te conocí también coincidieron con tu etapa de diputado en el Parlamento. Qué decir aparte de que fuiste un ejemplo máximo de coherencia, honradez y dignidad política como ciudadano que representa a un grupo de la sociedad. Fuiste el Abuelo qué le dio un poco de vida y una dosis de humanidad a esta política nuestra tan enquistada en los últimos tiempos.
De todos modos, para que hablar más: en todas las imágenes de estos días no se han escuchado otra cosa que reconocimientos sinceros a tu honradez y bonhomía; y la despedida multitudinaria que los aragoneses no hemos dudado en darte, pasando por la Aljafería a darte el último adiós, ha sido más que significativa.
Qué menos, porque te lo mereces. Y ya sabías que no te íbamos a recordar como un hombre sin más.
Como digo siempre, nadie muere mientras viva en la memoria de los otros, y tú durarás en ella y en los corazones de muchos, por mucho tiempo.
Muchas gracias y hasta siempre Labordeta.
¡¡Excelentísimo POST Richi!! Si su familia pudiera leer esto creo que se emocionaría.
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