sábado, 16 de febrero de 2013

Es el capitalismo, estúpido


“¿Quién es el causante de la corrupción política? ¿Qué deberíamos hacer para evitar su aparición?” Estas preguntas están en boca de millones de obreros y de estudiantes que día a día desayunan leyendo como sus “representantes”, no solo sus patronos, les roban a manos llenas. Bárcenas es la gota que ha colmado el vaso, tal vez por ser un caso de corrupción que implica al propio presidente del gobierno, pero aún así hay un largo etcétera de casos escandalosos en los últimos años (Palau, Pallerols, Pretoria, Gurtel, ERE’s, Malaya, Noos…etc.). Ante esta vergüenza constante, ante este desfile de gánsteres y de trileros que suelen coincidir en demasiadas ocasiones con personas que aplican medidas anti-obreras, la clase trabajadora falla continuamente en su diagnóstico. No se trata de considerar que los trabajadores y trabajadoras sean imbéciles, la cuestión es que éstos no han visto otras vías posibles de pensamiento, no han sido formados para desarrollar una crítica real y de clase a sus problemas en la vida cotidiana. Más de treinta años de farsa democrática, precedidos de más de cuarenta años de dictadura, han borrado todo rastro de conciencia de clase en los pueblos del estado español.  ¿Qué debemos hacer los comunistas? Pues como diría Lenin, “explicar pacientemente”.

Tengo la percepción de que los trabajadores y estudiantes creen que la corrupción es causa de “malas personas”, de la existencia de “demasiados chorizos”. Este diagnóstico es falso o incompleto ya que olvida dos cosas: la primera es que existen determinadas condiciones que promueven que surjan chorizos, la segunda es que existen modelos político-económicos que permiten y promueven que ésos mismos chorizos lleguen a puestos altos de la administración.  El currante piensa que si de alguna forma se pudiera echar a todos los políticos actuales y substituirlos por personas intachables las cosas mejorarían. Esta idea es repetida por algunos movimientos políticos de extrema derecha y por algunos sectores de la burguesía mediática. Volvemos a los buenos y los malos.

La corrupción no es un tema español ni pertenece únicamente a estos tiempos, siempre que ha existido un modelo político-económico con diferenciación de clases o con burocratismo interno ha habido casos de corrupción. En otras palabras, la corrupción no ha “secuestrado la democracia”, sino que la democracia burguesa no puede funcionar sin corrupción ni corruptelas. ¿Alguien cree realmente que los señores gobernantes de una república burguesa van a gobernar contra las oligarquías que controlan esa República? ¿Alguien piensa que las privatizaciones, las reformas laborales, las mordazas y la persecución política no han sido pagadas? ¿Qué hace que Elena Salgado, Aznar, Acebes, Solbes, Felipe González y una larga lista de nombres importantes estén a sueldo de los monopolios? ¿Es que a caso la propia acción política diaria de los gobiernos burgueses no es en sí misma una corrupción? Pongo un párrafo de la obra de Lenin, “El Estado y la Revolución”, donde se trata venenosamente este asunto:

“La omnipotencia de la "riqueza" es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo. La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar (a través de los Pakhinski, los Chernov, los Tsereteli y Cía.) esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su Poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este poder. Hay que advertir, además, que Engels, con la mayor precisión, llama al sufragio universal arma de dominación de la burguesía. El sufragio universal, dice Engels, sacando evidentemente las enseñanzas de la larga experiencia de la socialdemocracia alemana, es "el índice que sirve para medir la madurez de la clase obrera. No puede ser más ni será nunca más, en el Estado actual".”

Fijaros en la frase resaltada en negrita por mí. Esa frase va directa a las mentes de los obreros y campesinos rusos de la época, pero también sirve para los obreros de hoy. ¡Ningún cambio de personas, ni de instituciones en el marco de la república capitalista cambiará la situación! Lenin entendía que la burguesía, para dominar políticamente, tiene que mantener una casta de altos funcionarios parásitos que le faciliten las cuestiones, es decir, tienen que poseer el Estado en sí, y esto solo se consigue corrompiendo. Por esto decimos que el capitalismo va íntimamente ligado a la corrupción, porque no puede vivir sin ella. Todas las medidas anti-obreras, desde recalificar un terreno en un Ayuntamiento hasta hacer una reforma de las pensiones, pasan por el despacho del burgués antes que por el parlamento.

Alguno puede pensar entonces de la siguiente forma: “Está bien, puede que el capitalismo vaya unido a la corrupción, pero entonces la solución debería de ir por reformar el capitalismo”. Esta cuestión también es largamente planteada, sobretodo por personas que no han leído a Lenin o que no creen sus palabras, pero argumentemos con ideas y no con frases concretas. A personas que opinan de esta forma habría que decirles lo siguiente. ¿Quién va a reformular el capitalismo? Las instituciones tradicionales y los partidos de la burguesía no pueden ponerse coto a sí mismos, esto está claro para cualquiera. A esta cuestión nos pueden responder con el hecho de que se puede “forzar” a que se tomen medidas. Es cierto, la clase trabajadora no ha hecho otra cosa en 200 años de movimiento obrero y aún estamos atados de pies y manos y con la mordaza en la boca. Se puede paliar una situación concreta mediante la presión popular, pero jamás acabar de raíz con el problema, puesto que las cosas que tendrían que hacerse para que así fuera implicarían la aniquilación de los antagonismos de clase (por ahí no pasa la burguesía ni las instituciones tradicionales del parlamentarismo burgués).

¿Qué tenemos que hacer para acabar con la corrupción, tanto directa como indirecta? Acabar con el sistema que la promueve y da cobijo a sus portadores. Alguno podría pensar. ¿Es que en el socialismo no existirá la corrupción? Ninguna obra humana estará, en mi opinión, libre de algún que otro delincuente y aprovechado, la cuestión reside en si este delincuente tendrá capacidad para ejercer, y sobretodo, si saldrá impune de ello. En la sociedad socialista desaparecen los trust, los monopolios, los lobbies empresariales (que bajo el sistema capitalista juegan el papel de “corruptores”) y se acaban para siempre los privilegios de los altos funcionarios. Estos simples hechos reducen las posibilidades de corrupción en un gran porcentaje. Pero además de eliminar a los corruptores tradicionales, hay que evitar que surjan nuevos corruptores disfrazadas de burócratas y miembros del partido revolucionario (cuestión imprescindible para evitar la vuelta al capitalismo).

¿Cómo evitar que en la futura nueva sociedad socialista aparezcan nuevos corruptores y desviacionistas parapetados en los comités centrales? Con cuatro simples cuestiones planteadas por el leninismo en su obra sobre el estado, son las siguientes:

-  Elegibilidad de todos los cargos públicos en todo momento.
- Responsables en todo momento ante sus electores, posibilidad de ser sancionados por los electores y revocados en cualquier momento.
- Retribución igual a la media del salario de un obrero calificado. Supresión de todos los privilegios y pensiones vitalicias. Si son representantes obreros tienen que vivir como obreros.
- En la medida de lo posible renovación de todos los cargos burocráticos cada poco tiempo, siguiendo la premisa de “cuando todos somos burócratas, nadie es burócrata”.

Estas medidas fueron aplicadas durante la experiencia de los federados en París y durante los inicios de la revolución rusa, además de en millones de experiencias del proletariado en todo el mundo. Son medidas que deben de ser ampliamente complementadas y actualizadas, pero la esencia debe de mantenerse intacta. Solo destruyendo el estado burgués y creando un estado proletario nuevo, forjado en la disciplina revolucionaria y en las medidas que hemos descrito, se conseguirá la extinción de la corrupción.

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