Para
el que no sepa, este curso estoy de Erasmus en Lisboa, capital de nuestro país
vecino, Portugal. Un país al que no siempre prestamos toda la atención deseable
para estar tan próximos a ellos como lo estamos.
A
continuación, voy a presentar una serie de reflexiones que me han ido viniendo
a la cabeza sobre ciertos aspectos sociales y políticos de Portugal. Allí donde
voy me gusta observar aquello que me rodea, e intentar analizarlo y comprenderlo.
Es preciso decir que no me apoyo en ningún tipo de argumento científico o empírico,
sino en la mera observación durante el escaso mes y medio que hace que vivo aquí.
Por esta misma razón, aprovecho para fomentar el debate, y todo aquel que
conozca más que yo sobre lo que a continuación comento, que no será muy difícil,
aporte sus conocimientos y opiniones.
En
primer lugar, se puede observar que la brecha social en la sociedad portuguesa
es más acentuada que la
española. Si bien la tasa de paro es menor, los ejemplos de
exclusión social en las calles de la capital lusa son patentes. La mendicidad
es alta, y el trapicheo de droga en ciertas calles es imposible de
ignorar. Así mismo, quizá me confunda y sea solo estética, pero las clases
altas son más tangibles y el contraste es mayor a simple vista. Por ejemplo, en
España, obviamente la clase trabajadora no acostumbra a realizar sus compras en
El Corte Inglés, pero no resulta extraño si entras en él encontrarte una gama
social más o menos heterogénea, los cuales pueden buscar una u otra cosa. Aquí,
al menos la experiencia que he tenido es que tú entras a El Corte Inglés y es
un lugar netamente pijo, donde verás a sus señoras con sus perlitas y a sus
señores con sus americanas.
Así
mismo, lo dicho corrobora el hecho de que la brecha salarial entre los que más cobran y los que menos es mucho más
acentuada, recordemos que aquí el salario mínimo ronda los cuatrocientos euros
y pico, a lo que habría que añadir que en algunos productos de consumo corriente el nivel de precios es parecido, por tanto, existe menos poder adquisitivo.
Por
otro lado, en cuanto a la composición social de los trabajadores, me ha llamado
la atención la alta prevalencia de población negra portuguesa, es decir, no
inmigrante, en los trabajos de menor cualificación, como cocineras,
limpiadoras, cajeras, restauración, etc., en el caso de las mujeres, si bien por
lo que he observado en el caso de los hombres en trabajos como montador,
construcción, etc., esta presencia negra tan notoria es menor.
Esto
concuerda con los pocos estudiantes universitarios de raza negra que he
observado (no se si será que justo he entrado a las facultades donde no hay),
siendo la juventud de raza negra un sector social que tiende a incorporarse más
temprano al mercado de trabajo y en unas condiciones más precarias.
Otra
cosa que no se si estaré en lo cierto pero me pareció percibirlo así en una
escena que presencié, es que se ejerce discrinación más en clave
nacional, nacionalista, y no tanto racial. Es decir, a un negro no se le dice “negro de
mierda” en clave xenófoba si este es portugués, pero a un trabajador del este
de Europa sí que puede ser mirado como un “roba trabajo” o un extranjero en
clave discriminatoria.
Entrando
ahora más en cuestiones políticas, el mapa político portugués presenta
ostensibles diferencias con el panorama español. Si observamos al sur,
encontraremos una mancha roja, sobre toda en regiones como Beja, Évora o Setúbal,
donde el PCP puede incluso obtener victorias contundentes. Sin embargo el
calado de la izquierda anticapitalista en el norte es notoriamente más
reducida. Si nos fijamos, en España, nunca ha habido regiones claramente
dominadas por un partido de netamente de izquierdas (PCE antes o IU ahora) fuera de los dos grandes
partidos del régimen, con la excepción de la ciudad de Córdoba (lo cual ya es
historia). Sin embargo, las características de las regiones que he citado y, por
ejemplo, Extremadura, son muy similares: regiones muy agrarias, pero de suelos
pobres, con mayor subdesarrollo que el resto del país. Sin embargo, aquí en
Portugal supieron crear esa conciencia de lo común y lo colectivo, identificada
en un proyecto político anticapitalista, y son regiones muy marcadas por ello. Eso
en España no está. Según mi profesor de Organizational Behavior, cree que tiene
que ver con que esa población durante el S. XX, en España tuvo una fuerte
influencia de la religión, y en estas regiones de Portugal no, lo cual facilitó la elevación de la conciencia y la lucha. Así mismo, que
en el norte no haya algún foco rojo se debe a que, aunque el nivel de vida es
mayor, no existe una industria fuerte, por lo que es difícil que
se den núcleos obreros importantes, y más difícil aun de unas décadas a esta parte, con el
cambio en las estructuras económicas de los países del sur de Europa que venimos observando.
Entrando
a hablar más en concreto sobre el PCP, lo primero decir que el protagonismo que
tiene en la vida cotidiana, en la prensa, etc. es mucho mayor que el del PCE. Las
siglas CDU con las que se presenta a las elecciones son solo eso, siglas, luego
actúa como PCP. Es decir, CDU e IU son cosas y proyectos completamente distintos.
Los recorridos históricos de cada partido lo explican y nos hacen fácil comprenderlo. El PCP es un partido que tiene
mucha familiaridad con la institución, pero posee una fortaleza ideológica
mucho mayor que la nuestro
PC, lo cual hace del institucionalismo una amenaza mucho
menor. De hecho, pienso que el papel tan distinto que jugaron PCP y PCE en sus
procesos post-dictadura (Claveles y Transición, los cuales muy diferentes entre ellos también)
hace que el modo con el que mirar la institución o la actividad externa en
general varíe bastante. Así mismo, el PCP tiene una capacidad de convocatoria
por sí solo considerable, aunque esto lo preferiré corroborar en un mitin que
hay a principios de noviembre por el centenario de Cunhal.
En
cuanto a la JCP, como a muchos militantes de la UJCE, nos despista bastante su
falta de intervención en la
universidad. De hecho, se puede decir que no existe
movimiento estudiantil en las universidades, al menos lisboetas. Siendo
sinceros, más allá de su visibilización a través de murales bastante guapos, no
me creo con criterio suficiente como para poder hacer ningún tipo de juicio.
En
cuanto a otros actores políticos, prestar atención principal al movimiento “Que
se lixe a Troika” del cual comprobaré la capacidad de convocatoria que tiene en
la manifestación de este sábado. Algunos movimientos culturales alternativos
como Mob-Espaço asociativo (algo así como La Pantera Rossa), se
mueven más en torno a este movimiento que en cuanto a organizaciones, por lo
tanto intuyo que en eso no difiere mucho de España. Por otro lado tenemos al
Bloco de Esquerdas, cuyos jóvenes sí se dejaron ver un poco más por la uni,
pero se llevaron una batacazo estrepitoso en las elecciones autárquicas –similares
a las locales- de este 29 de septiembre,
tras ser un partido que entró con fuerza en la escena hace no muchos años. Es
un partido creo que enfocado sobre todo a jóvenes estudiantes urbanos de
izquierdas, y pese al fracaso de estas autárquicas, según leo en la prensa
portuguesa, puede que no signifique su muerte, pues en próximas elecciones como las
europeas que se vota en clave nacional pueden recuperarse, pues en las
autárquicas un partido relativamente nuevo no tiene la misma reputación, pues he
creído percibir en los artículos que he leído, la existencia de una cultura política municipalista
más desarrollada aquí en Portugal.
De
momento esto es todo, y aun me he extendido más de lo que creía. Probablemente
haya errado el tiro en algunas apreciaciones, por lo que se recibirán con
agradecimiento las aportaciones, debates y puntos de vista distintos a lo que
he escrito. El objetivo no es sino conocer mejor a este “hermano pequeño” que
tenemos los ciudadanos del Estado español, con los que vivimos ciertamente más
de espaldas de lo que debiéramos, pues la unión de los pueblos de la península
podría ser un salto importante para plantar cara a la Troika y sus secuaces.
Besos
y abrazos desde Lisboa al que lea esto.
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