miércoles, 29 de septiembre de 2010

domingo, 26 de septiembre de 2010

El día 29 de septiembre, ¡Tod@s a la calle!

Dejo un vídeo de los Jóvenes de CCOO, donde exponen un caso práctico de lo que nos puede suceder a los futuros trabajadores que hayamos estudiado una carrera universitaria.
Ya véis hay razones más que de sobras para frenar esta reforma laboral apoyando la Huelga. Los derechos de los trabajadores, jóvenes y pensionistas están siendo recortados mucho más de lo que la gente puede llegar a pensar.

No hay que dejar que la derecha política y económica nos convezca de que esta Huelga no es necesaria, ni que demonizen a los sindicatos y a la izquierda de verdad. Es necesaria y mucho. Defiende tus derechos, el 29 de septiembre, todos a la calle!

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Labordeta en la memoria

Querido José Antonio:

Han pasado ya dos días de tu fallecimiento, pero es ahora cuando me veo en situación de escribir algo en este humilde blog a tu memoria.

Marcaste la juventud de mi madre y, a través de ella, muy pronto, comenzaste a marcar la mía. Las letras de tus canciones hablaban de lo mismo que pusiste en las frases de Ramón Cabeza: gestos solidarios, paz que hermana. Hiciste que comenzasen a interesarme todas aquellas banderas rotas que pusiste sobre tu mesa, aquellas que todavía hoy, los que somos más jóvenes esperamos enarbolar de nuevo, pasadas ya las heridas de vuestra dura derrota.
Desde tus paisajes urbanos con días escolares, hiciste también que yo, desde los míos, me conmoviese imaginando tan nítidamente a través de tu poesía a aquella vieja, sentada junto al hogar, repasando viejas mudas que ya nadie se pondrá. O sintiendo la tristeza de aquellos que quisieron volver un día, pero eso no pudo ser.

Así mismo, mi madre, a través de tus canciones me enseñó a amar esta región, este país que es Aragón, a la par que lo iba descubriendo fascinado mientras iba avanzando mi vida. He sentido todo lo que implícitamente conlleva ser aragonés, y por ello no he de dejar de trabajar en construir de esta tierra un hogar y un paisaje, entre el polvo, la niebla, el viento, y el sol.

Puedo decir que he tenido la gran suerte de escucharte en directo y de haber sentido sensaciones indescriptibles rodeado del gentío que cantábamos junto a tí aquello de que caerán "huracanes de miedo ante la libertad".

Los años en que te conocí también coincidieron con tu etapa de diputado en el Parlamento. Qué decir aparte de que fuiste un ejemplo máximo de coherencia, honradez y dignidad política como ciudadano que representa a un grupo de la sociedad. Fuiste el Abuelo qué le dio un poco de vida y una dosis de humanidad a esta política nuestra tan enquistada en los últimos tiempos.

De todos modos, para que hablar más: en todas las imágenes de estos días no se han escuchado otra cosa que reconocimientos sinceros a tu honradez y bonhomía; y la despedida multitudinaria que los aragoneses no hemos dudado en darte, pasando por la Aljafería a darte el último adiós, ha sido más que significativa.

Qué menos, porque te lo mereces. Y ya sabías que no te íbamos a recordar como un hombre sin más.
Como digo siempre, nadie muere mientras viva en la memoria de los otros, y tú durarás en ella y en los corazones de muchos, por mucho tiempo.

Muchas gracias y hasta siempre Labordeta.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La tasa de plusvalía


Vamos a hablar a grandes trazos de la llamada “tasa de plusvalía” que aunque es un tema que ya hemos tocado en el blog, en esta ocasión lo haremos siguiendo algunas formulas matemáticas que ayudan a su entendimiento. Podemos empezar por decir que de la comprensión de esta teoría marxista surge todo el conocimiento económico del socialismo científico y que a través de el conseguiremos entender el funcionamiento del capitalismo como sistema de explotación. Digamos que esta teoría es la base sobre la cual Marx y Engels construyeron su pensamiento económico, a mí al menos me parece esa base, ya que todo el resto fluye de esta consideración del trabajo y del surgimiento del capital y su acumulación.


En primer término partimos igualmente de la mercancía, y nos detenemos a pensar en que condiciones surge su creación, la economía convencional (como vimos en el anterior post) nos dice que el objetivo de la creación de mercancías es la satisfacción de necesidades. Ya vimos que no es cierto y que el verdadero impulso que requiere la producción es conseguir una tasa de beneficio aceptable para el capitalista. Pues situémonos en la piel de este capitalista que examina el comportamiento de la demanda de un bien y junto con los estudios que corresponden decide poner en consonancia unos factores con el objetivo de obtener una ganancia.


¿Qué necesita nuestro capitalista? Necesita un capital, ya que es lo que puede crear la mercancía, y además es algo que el controla en forma de monopolio (por su condición de capitalista), entonces hay que centrar el análisis siguiente en el capital (C).


El capital (C) necesario para la construcción de una mercancía se compone de dos partes; el llamado capital constante (c) que es la parte de las materias primas y la maquinaria introducida en la producción y el capital variable (v) que es la cantidad de trabajo vivo que se incorpora en la mercancía y que es igual al valor de los medios de subsistencia del trabajador. Con esto llegamos a la siguiente ecuación:


C = c + v


Una vez hemos visto la “composición orgánica del capital” hay que mirar bien que produce cada una de estas partes y que recibe a cambio, y aquí es donde radica la esencia de la explotación capitalista. Fijémonos en (c), el capital constante, que hemos dicho que es la cantidad de materias primas y maquinaria introducida en la producción. El capital constante que el capitalista introduce en una mercancía o en un conjunto de ellas es el desgaste de las máquinas y las materias primas además de los productos auxiliares. Por muy cara que sea esta maquinaria solo se contabiliza en el capital constante la parte proporcional amortizada en la mercancía o su conjunto. De todos modos, si quisiéramos contabilizar la totalidad del coste del capital constante no alteraría la tasa de plusvalía en términos de porcentaje. Por tanto cuando decimos capital constante avanzado nos estamos refiriendo a la parte del capital constante que se ha “desgastado” y se ha “introducido” en la mercancía o conjunto de mercancías.


La parte que el capital constante reproduce en la mercancía está representado en su valor y es reestablecido con la venta de esta mercancía en el mercado manteniendo así la alimentación del capital constante. Así que vemos como el capital constante recibe exactamente lo que presta a la producción.


Ahora vamos a hablar del capital variable (v) que es la parte que permite reproducir la mano de obra y la fuerza de trabajo imprescindible para la producción. Este capital variable se distingue del constante en que no recibe a cambio de su contribución a la mercancía todo lo que le pertenece. El capital (v) introducido en la mercancía genera en el mercado la llamada plusvalía, que cuando se analiza el valor de la mercancía en el mercado se introduce dentro del capital variable. ¿Cómo es que la plusvalía es generada por el capital variable? Para ello hay que ver la fórmula anterior un poco más desglosada, tenemos que (p = plusvalía):


C’ = c + (v + p)


Durante la jornada laboral mensual, pongamos de 240 horas de trabajo, el obrero reproduce con su trabajo la totalidad del capital variable (v) que es lo que le mantiene a él con vida (salario). La cuestión es que reproduce está cantidad no con las 240 horas sino con menos, pongamos 100 horas, por lo tanto este trabajador estará trabajando gratis 140 horas al mes que son las que generan la plusvalía en el mercado. Este trabajador a dedicado 100 horas al mes a reproducir en la mercancía el valor (v) que el empresario le da en concepto de salario, pero las 140 horas excedentes son aquellas que el trabajador sigue añadiendo valor a la mercancía (si hablamos en términos de jornadas diarias) o simplemente sigue haciendo mercancías (si hablamos en medidas mayores) de forma gratuita. Por lo tanto vemos que este trabajador no es recompensado por el número de horas que trabaja, sino por las que le permiten subsistir, o siendo más realistas, las que ha conseguido que le paguen con sus reivindicaciones.


Vemos así claramente como es el obrero el que crea con su trabajo la plusvalía, aunque es cierto que el capital constante sigue siendo utilizado en la jornada de trabajo, este, a diferencia del trabajo del obrero es recompensado durante todo su uso mientras que el trabajo del obrero no lo és. Por esta razón incluimos en la fórmula, al lado del capital variable, la (p), porque es generada por el capital variable no recompensado, pongamos un ejemplo de esto último que digo:


“imaginemos una fábrica de tornillos en la que hay 10 trabajadores y 10 máquinas, en esta fábrica se trabajan 240 horas por obrero y por tanto por máquina. Los obreros reproducen en 100 horas el total de sus medios de subsistencia, esto sería el llamado “trabajo necesario” el que les permite vivir, pero ellos siguen trabajando durante 140 horas mas. En estas 140 horas los trabajadores siguen haciendo partes de tornillos y utilizando capital constante que está siendo gastado, por tanto se podría deducir que la plusvalía generada en estas 140 horas de “trabajo adicional” es causada por el capital constante y por el capital variable. Pero esta no es así, ya que en estas 140 horas de trabajo adicional, el capital constante añade un valor que será reestablecido íntegramente en el precio de la mercancía, mientras que el tiempo de trabajo no es retribuido al obrero. El empresario ya se cuidara de integrar en el valor de sus mercancías las 240 horas de funcionamiento del capital constante, en cambio no hará lo mismo con las 240 horas del obrero ya que solo le son necesarias para su reproducción y mantenimiento 100”


Así diferenciando lo que es el trabajo necesario, que es aquel que permite al trabajador reproducir en la mercancía el total de sus medios de subsistencia (v), y el trabajo adicional (p), que es el exceso de horas de trabajo que no repercuten beneficio en el obrero sino que son apropiadas a través del mercado y de la plusvalía por el capitalista, llegamos a la llamada tasa de plusvalía.


P/V


Conociendo el mecanismo de explotación capitalista, hemos de considerar que todos los capitalistas intentan aumentar la productividad (a no ser que haya otros negocios mas jugosos donde reinvertir sus beneficios) ya que de esta forma están aumentando la plusvalía que se apropian. Para aumentar la plusvalía han hecho históricamente tres cosas:


- Aumentar la jornada laboral manteniendo salarios; de esa forma aumenta el número de horas de trabajo que se apropian, siguiendo el ejemplo anterior, imaginemos que no se trabajan 240 sino 300 horas, manteniendo para el obrero el pago de 100 horas de trabajo.


- Utilizar a mujeres y niños deslocalizando al tercer mundo; ya que actualmente no está permitido el trabajo de niños en las empresas industriales desarrolladas se van a naciones donde está permitido y donde la mujer (aunque aquí también cobra menos) es poco más que un objeto para el empresario. De esta forma con los niveles de subsistencia mucho mas bajo podrán pagar a sus trabajadores pongamos 10 horas de las 240 que ellos transfieren al valor de las mercancías, que por supuesto ellos no rebajan de precio. Aumenta de esa forma el número de horas apropiadas en forma de plusvalía.


- Aumentar la productividad con la introducción de revoluciones tecnológicas; las máquinas aumentan la productividad ya que permiten al obrero reproducir sus medios de subsistencia (que son los que le pagará el empresario) en menos tiempo y de esta forma aumenta el número de horas que se dedicará el trabajador a producir plusvalía. Al empresario le interesa que reproduzcamos nuestro salario lo mas rápido posible, si en vez de dedicar 100 horas, dedicamos 50, el número de las horas restantes aumenta respecto anteriormente, es decir, 190 horas.


Veamos como aplicando la formula de la tasa de plusvalía a los casos que hemos hablado aumenta de forma exponencial, a medida que se ponen en práctica dichas técnicas de los capitalistas:


1er caso: 240 horas de trabajo: v = 100 / p = 140 > 1,4

2o caso: 300 horas de trabajo: v = 100 / p = 200 > 2

3er caso: 240 horas de trabajo: v = 10 / p = 230 > 23

4o caso: 240 horas de trabajo: v = 50 / p = 190 > 3,8


No hace falta decir como de rentable es llevar al tercer mundo la producción…

martes, 7 de septiembre de 2010

Razones para la huelga




Es verdad que los sindicatos no lo han hecho bien.
Pero los que nos la jugamos somos nosotros. Las reformas perjudican a los estudiantes, los trabajadores y trabajadoras, y los jubilados y jubiladas.
Paremos las medidas neoliberales, hay razones, nuestros derechos están en juego.

El 29 de septiembre, nosotros vamos a la huelga!

jueves, 2 de septiembre de 2010

Defendiendo la teoría del valor


Esta entrada viene como consecuencia de un par de libros que he ojeado este verano, uno de un anarquista italiano y otro de un economista español. A pesar de ser dos hombres de tendencias políticas distintas hacen una explicación en sus respectivos libros muy entendible de lo que Marx denominó la teoría del valor-trabajo y la teoría de la explotación. Primero empezaré por exponer lo que yo entiendo sobre la teoría de Marx y después hablaré de los intentos de los economistas capitalistas por refutarla.

Para empezar a hablar del valor, hay que analizar la mercancía y verla como el elemento principal del capitalismo actual, todo lo que nos rodea son mercancías o lo han sido y todas ellas provienen del trabajo humano. Para hablar de la mercancía hay que intentar buscar su origen y su nacimiento y para ello nos hemos de situar en una sociedad primitiva, donde el trabajo de sus miembros está destinado a la satisfacción de las necesidades de subsistencia de la comunidad.

En dicha sociedad, con el desarrollo de las fuerzas productivas nace un excedente y por tanto surge una nueva organización social, que es la división social del trabajo, donde hay unidades productivas que se dedican a determinadas actividades de producción. Con el surgimiento de esta división novedosa del trabajo y de un excedente en la producción nacen las mercancías, objetos que no se fabrican para satisfacer las necesidades de la comunidad sino para ser intercambiadas por otras mercancías.

Las mercancías actualmente lo constituyen todo, todo el trabajo no doméstico se destina a la producción de mercancías para la venta en los países industriales, y esta situación nos ha de hacer cuestionarnos de que esta formada la mercancía, de donde proviene su valor. En primer término hay que distinguir en la mercancía el valor de uso, que es lo que le dota de la competencia para tener derecho a estar en el mercado de mercancías, es decir, que tenga una utilidad y que satisfaga alguna necesidad para aquel que la adquiera. En segundo lugar hemos de distinguir el valor de cambio, que es la relación de intercambio que el mercado establece entre las mercancías.

Es importante no confundir ambos, ya que es usual que se haga, las mercancías no se intercambian en el mercado según la utilidad (valor de uso) que tengan (esto determina que estén o no en el mercado), sino que se intercambian según la cantidad de trabajo que haya sido necesario para producirlas. Un ejemplo claro lo encontré en el libro del economista español que lo expresaba de esta forma:

“Una chaqueta ha costado 15 horas de trabajo al sastre y unos pares de zapatos 5 horas al zapatero, el valor de cambio de la chaqueta será de 15 horas y el de los zapatos de 5 horas. La chaqueta y los zapatos tienen un valor de uso, que nos dice y determina que estas mercancías tienen una utilidad y por tanto han de situarse en el mercado, pero no es esta utilidad lo que determina la relación de intercambio entre estas dos mercancías, sino el valor de cambio, es decir que una chaqueta se intercambia por 3 pares de zapatos”

Concluimos que no es la utilidad del bien lo que condiciona el valor en el mercado de la mercancía sino que es la cantidad de horas de trabajo que tiene dicha mercancía.

Sin embargo, y aunque esta teoría es bastante lógica y encaja con el pensamiento popular, la economía convencional ha tratado de tildarla de “metafísica” y de “inútil”. Los intelectuales burgueses que han intentado desbancar con sus tesis la teoría del valor tienen vínculos de clase muy claros y por tanto es lógico que su reacción viniera por esos derroteros. La principal característica de estos hombres contrarios a Marx es que parten de una sociedad donde no hay clases, sino, “individuos racionales” y consideran que no se producen mercancías sino “bienes”. A continuación voy a exponer algunas de las tesis sobre las que se basan para analizar la sociedad donde se producen las mercancías y veremos como ya parten de una base errónea.

La teoría del valor-trabajo de Marx se basa en el estudio de la mercancía y de la finalidad de su creación, es decir, el beneficio. Sin embargo los contrarios a Marx hablan de que el objetivo de la producción de “bienes” es la “satisfacción de las necesidades”. Para empezar hay que decir que este postulado es una falsedad, ya que si la producción estuviera sujeta a la satisfacción de necesidades no se crearían tantos cosméticos, fundas de móviles, y plantillas para los ratones de ordenador habiendo en el mundo 2000 millones de personas con anemia por falta de hierro.

¿Qué quiero decir con esto que suena tan estúpido? Pues que lo que condiciona la producción es el beneficio no la satisfacción de la necesidad, y hay muchos ejemplos, como el de las empresas farmacéuticas que solo fabrican fármacos si ven posibilidades de beneficio en la inversión de crearlos, independientemente de si van a satisfacer o no una necesidad.

Hemos visto como los economistas burgueses parten de una premisa tergiversada y falsa (de forma totalmente interesada) para de esa forma mitificar la economía de mercado dándole el aspecto de la correcta distribución de productos y satisfacción de necesidades.

Otra tesis de los economistas burgueses es la consideración antes comentada brevemente de que “todos somos iguales en la economía” no somos ni burgueses ni obreros sino “individuos racionales que buscan su máximo interés”. Esta teoría no contempla las clases ya que según dicen (y no les falta algo de razón) no importa la clase social a la hora de satisfacer las necesidades ya que tanto un burgués como un obrero intentaran sabiendo los precios de los bienes comprar lo mas barato y satisfacer sus necesidades lo mejor posible, independientemente de la renta de cada uno el comportamiento es el mismo, respecto al consumo, yo estoy de acuerdo con esta tesis. En la producción lo contemplan de la misma forma, solo que esta vez pasan por alto ciertas cosas, y como no estoy de acuerdo aquí me voy a detener un poco más:

“La teoría económica burguesa nos dice que respecto a la producción el comportamiento de un trabajador y de un capitalista es en esencia el mismo, ya que ambos participan y reciben una recompensa por su contribución a la creación de bienes”

¿Esto es cierto? Nos vienen a decir que cada uno contribuye una parte en la producción y recibe una recompensa por ello, así que el comportamiento es el mismo, el obrero (salario), el empresario (beneficio).

Recordemos como contribuye el capitalista a la producción y recordemos que según la teoría del valor es únicamente el obrero el que añade valor a la mercancía:

Un capitalista con capital acumulado (que recordemos que no es mas que trabajo acumulado) compra materias primeras (que no es mas que trabajo acumulado) y alquila fuerza de trabajo (que es el trabajo vivo). Ahora después de esta reflexión, preguntémonos ¿Qué está poniendo el capitalista en conjunto en la mercancía que no sea fruto del trabajo de obreros anteriormente o actualmente? ¡NADA! Por la única razón que el capitalista toma parte en la producción es por poseer trabajo acumulado en propiedad privada. Así que podemos ver claramente que el capitalista lo único que pone en la producción es la capacidad de poner en coordinación los medios que crean la mercancía, y esto lo hace en tanto que es propietario de una parte esencial de estos elementos y que los controla en monopolio.

Por tanto vemos que la tesis de los economistas capitalistas sobre la producción es también falsa. Es decir, si que es cierto que cada uno recibe una compensación debido a su contribución, pero la retribución del capitalista no corresponde a su contribución (ya que hemos visto que no contribuye) sino a la explotación y a la propiedad privada.

Por último vamos a comentar una cosa, que a pesar del desarrollo de esta teoría del valor por parte de Marx no es de Marx, ya que otros economistas clásicos ya hablaron de ella, solo que Marx la adopto para exponer parte de sus principios económicos.