martes, 28 de enero de 2014

Los genocidios olvidados



Antes de entrar en materia me gustaría decir que mis intenciones con este artículo no son, ni por asomo, la justificación de los crímenes que se pudieran cometer en la URSS, sino el aportar luz sobre crímenes no tan conocidos. Es indudable que bajo el gobierno soviético (especialmente entre 1918-1945) se produjeron actos de terrorismo de estado, además de otras políticas, que por equivocadas, causaron el sufrimiento de millones de personas. A pesar de que las cifras dadas por Conquest y Solzhenitsin han sido ya catalogadas de absurdas y producto de la Guerra Fría (Solzhenitsin habla de 110 millones de muertos en la URSS entre 1917-1959), no podemos ignorar la gravedad de algunas de estas persecuciones y denunciar su crueldad. Las investigaciones de Victor Zemskov han sido contundentes y definitivas a este respecto, y miden con gran rigurosidad la dimensión de la represión política en la URSS. ¿Reconocer estas cifras implica renegar del socialismo? Yo pienso que no. Es indudable que la represión soviética es en gran parte causada por la propia contrarrevolución, por la invasión de 21 potencias extranjeras, por la situación de sabotaje continuo que sufría la joven república proletaria. Entender y medir las situaciones por su contexto hace que afinemos el análisis, pero existen colectivos de represaliados sobre los que hay un debate fuerte sobre su culpabilidad (entre ellos grandes revolucionarios de la época leninista, como Trotsky, Kamenev, Zinoviev o Bujarin, por no hablar de algunos de sus familiares, que también fueron ejecutados). Entonces, quedando claro que mi intención no es la de exculpar los crímenes que se han cometido bajo la bandera del socialismo, me pongo manos a la obra para hablar de otros crímenes que no son incluidos en la propaganda occidental. 

Razonamiento general

Cuando a la gente se le pregunta acerca de la URSS rápidamente piensa en Gulags, campos de trabajo, fusilamientos, deportaciones a Siberia y otras muchas cosas por el estilo. No piensan en alfabetización, internacionalismo, educación pública, pleno empleo o sanidad de calidad. ¿A qué se debe? Al pensamiento dominante. La mayor parte de la gente piensa que el comunismo es una suerte de teorías necesariamente genocidas, sin embargo, no piensa que el capitalismo es algo ni siquiera semejante. Si en la URSS se producían hambrunas debidas a la sequía, al sabotaje, al bloqueo o a la guerra, todas y cada una de las muertes eran y son responsabilidad del comunismo. Sin embargo, si en el mundo actual, capitalista todo él, existen 2.000 millones de personas anémicas por mala alimentación es culpa de los respectivos gobiernos y su corrupción. ¡Nadie culpa al capitalismo! ¡Nadie culpa al sistema capitalista de producción! Es genial lo que ha conseguido la propaganda. Es un verdadero hito histórico. Pienso que ni Goebbels lo hubiera hecho mejor. ¿Acusamos al sistema capitalista de que existan hoy, en el rico occidente, millones de mendigos? ¿Acusamos al capitalismo del paro masivo en el Estado Español? ¿Por qué el comunismo era responsable de las sequías en su ámbito de dominio y el capitalismo no es responsable de la mendicidad del suyo? Son preguntas que hay que hacerse, de ahí este artículo. Voy a dedicarme a exponer una serie de ejemplos, ejemplos desconocidos para la mayoría social en occidente, pero que si hubieran tenido lugar en estados socialistas serían difundidos día y noche por los propagandistas oficiales.

Reconcentración de Valeriano Weyler

Los españoles tenemos el maldito honor de ser los inventores de los campos de concentración (entendidos como hoy los entendemos). Fue en Cuba, en la guerra de liberación que ese país y su pueblo libró contra el imperialismo español, donde el General Valeriano Weyler impuso su política de Reconcentración. La guerra de 1895-1898 estaba siendo cruenta y el ejército español se veía impotente para sofocar las rebeliones mambises (rebeldes cubanos), estas tropas cubanas contaban con cierto apoyo campesino local, por lo que Weyler optó por aislar a los campesinos del ejército mambí. ¿Cómo hacer eso? Pues convirtiendo el país entero en un campo de concentración fuertemente vigilado, donde los campesinos estaban recluidos en cabañas de guano y rodeados por tropas españolas. La mala alimentación a la que eran sometidos, la insalubridad, las enfermedades y los malos tratos de los imperialistas acabaron con 200.000 cubanos. Esta cifra puede parecer pequeña (si la comparamos con los genocidios más famosos), pero multiplica su tamaño y su horror si la comparamos con la cifra de habitantes de la Isla Caribeña en esa época. Cuba tenía en esos tiempos alrededor de 1.500.000 de habitantes, lo que quiere decir que esas políticas de reconcentración se llevaron aproximadamente al 15% de la población. Estas muertes, en su mayoría de mujeres, niños y ancianos, fueron sistemáticamente planeadas por el imperialismo español, como confirmó el propio Weyer al Alcalde de Güines en 1897 cuando éste se quejaba de la situación:

“¿Dice usted que los reconcentrados mueren de hambre? Pues precisamente para eso hice la reconcentración”

Citamos a continuación el testimonio de José Miró Argenter, español que sirvió a la causa de los patriotas cubanos, en lo referente a la Reconcentración, para mostrar más gráficamente la crueldad de los dominadores españoles. 

"Los reconcentrados devoraban los residuos hediondos del puchero después que la tropa había apartado el caldo y el jamón, relamiéndose a gusto; y a veces las espinas del bacalao podrido, menos escuálido que la gente hambrienta..."



 Genocidio Yanqui en Vietnam

Vietnam se liberó de los imperialistas franceses que dominaban la indochina en los años 50, lo que no imaginaban es que otros imperialistas, los yanquis, iban a dejar en buen lugar a los primeros. El contexto de guerra fría impuso a EEUU la necesidad de impedir que el comunismo se extendiera por el sureste asiático, lo que motivó la invasión en Vietnam. Esta guerra supuso la práctica destrucción de ese país (como ya había pasado con Corea a principios de los cincuenta) además de mandar al matadero a muchos jóvenes norteamericanos (unos 60.000).

El pueblo de Vietnam resistió la invasión bravamente, lo que enfurecía a los generales norteamericanos. Las guerrillas del Vietcong usaban tácticas de guerra irregular, desde colocar minas en mapas dejados en el suelo hasta envenenar el agua de los estanques. Esto hizo que los norteamericanos tomaran la decisión de sacar al enemigo de su escondrijo. ¿Cómo podrían hacer para localizar a los norvietnamitas en una superficie selvática tan grande? Defoliando prácticamente el 10% de las selvas del país con productos químicos cancerígenos fabricados por Monsanto y Dow. 

Se utilizó prácticamente de todo lo que se pueda imaginar, desde napalm, pasando por fósforo blanco hasta agente naranja. Estos productos tenían unos efectos apocalípticos, puesto que envenenaban las cosechas, destruían el ganado y asesinaban a miles de civiles que vivían en el norte. Se arrojaron unos 77 millones de litros de agente naranja en Vietnam, uno de los usos más masivos de armamento químico de la historia de la guerra. La mayoría de los compuestos de este producto se degradan, pero otros son permanentes en el tiempo y aún hoy siguen causando terribles malformaciones en el pueblo vietnamita. 

Se calcula que la guerra de Vietnam causó la muerte de 3.000.000 de vietnamitas, además de otros miles de laosianos y camboyanos. Este hecho, terrorífico en sí  mismo, no impide que los norteamericanos sigan dando lecciones de libertad y de derechos humanos a medio mundo. 



Lord Lytton y el imperialismo inglés en la India

La dominación imperialista de los británicos en la India ha sido brutal. Alrededor de 1870 se produjeron graves problemas en las cosechas indias que unidos a la sequía y a la política de pillaje colonial causaron una hambruna como no se recordaba. Mientras esta situación se descontrolaba y se tenía que abrir fuego contra los asaltadores de grano locales, el virrey de la posesión británica llamado Lord Lytton, estaba organizando la festividad de entronización de la emperatriz Victoria. Cuesta entender la mentalidad humana, pero uno no puede evitar estremecerse al intentar pensar que pasaba por la cabeza de ese virrey para centrar su atención en faisanes y asados lujosos mientras millones de indios se comían a sus hijos. El banquete organizado por Lytton tenía que dar de comer a 68.000 británicos y allegados indios durante una semana, en esa misma semana murieron de pura inanición 100.000 súbditos en Madrás y en Mysore.

El colmo del delirio llegó al ver como los comerciantes, ligados a la corona y a su política de pillaje y saqueo, exportaban a Europa 6.4 millones de toneladas de trigo entre 1877-78. Este trigo podría haber aliviado la hambruna, pero en opinión de los británicos, era mejor usarlo para llenar sus bolsillos. A continuación, para ilustrar más fielmente la situación, vamos a reproducir un testimonio directo:

“Después de un par de minutos de búsqueda, encontré a dos perros que mordisqueaban el cuerpo de una niña de unos 8 años de edad. Lo acababan de atacar y apenas le habían desgarrado una pierna, pero el cadáver estaba tan enormemente hinchado que solamente era posible decir que se trataba de un niño si se veía la figura completa. La visión y el olor de la localidad eran tan repugnantes, y los perros tan peligrosos, que no me quedé a buscar un segundo cuerpo, pero sí que vi dos calaveras y una columna vertebral que hacía poco que habían sido desgarradas.”

Lo lógico es que ante esta situación los gobernadores y las autoridades británicas hubieran movido algún músculo de su cuerpo, lo cierto es que lo hicieron, para cebarse con vinos y suculentos manjares durante el banquete de la emperatriz Victoria. En un informe posterior a la hambruna se justificaba de la siguiente manera la inacción de los imperialistas:

“La doctrina que afirma que en tiempo de hambruna los pobres tienen derecho a exigir auxilio probablemente nos conducirá a una doctrina que afirme que los pobres tienen derecho a dicho auxilio en todo momento y con ello se pondrán los cimientos de un sistema de asistencia general a los pobres, lo que no podemos más que mirar con seria aprehensión.”

Solo entre 1876-1878 se calculan 6 millones de indios muertos debido a las hambrunas provocadas por el imperialismo inglés, otras fuentes hablan de 10 millones, en cualquier caso la mortandad tan elevada en tan poco tiempo constituye un verdadero record. 



Leopoldo II y el caucho

El imperialismo es consecuencia directa de los capitalistas, es fruto del ansia de materias primas y el acceso a mano de obra esclava. Algunos argumentan que es el propio estado quien envía tropas a conquistar y a robar territorios ajenos, obviando que esos gobiernos están a las órdenes de la burguesía nacional. El imperialismo inglés tuvo sus beneficiarios, también el español o el belga, y no eran las clases populares de esos países (aún cuando de refilón pudieran disfrutar de avances producto de esa colonización). Los verdaderos beneficiarios del imperialismo son los trust, que captan mercados a los que poder colocar sus productos y de donde poder extraer materias primas a precio de risa. 

Entre finales del siglo XIX y principios del XX el imperialismo belga causó uno de los mayores genocidios jamás vistos. El rey Leopoldo II (uno de los grandes patronos del país) adquirió grandes extensiones de tierra ricas en caucho, caucho que serviría para la incipiente industria de la bicicleta y el automóvil, y que le reportaría millones en beneficios, tanto a él como a las empresas belgas que poseía. El reverso oscuro de estos beneficios radica en el régimen despótico y esclavista que impuso a los habitantes locales (zona que hoy ocupa el Congo). La producción de caucho no cubría la demanda mundial de la industria, así que las empresas belgas establecieron el trabajo esclavo de la totalidad de la población nativa, bajo condiciones infrahumanas y con duros castigos por no cubrir las cuotas. Uno de los métodos utilizados era el secuestro de las familias de los obreros, que se hacía efectivo hasta que el trabajador en cuestión no cubriera la cuota, por no hablar de las amputaciones de brazos y manos a aquellos que “holgazaneaban” según los dominadores. Cuando la explotación de caucho ya no era rentable, las empresas de Leopoldo II vendieron el territorio al estado belga, que se tuvo que endeudar para hacer frente a la cantidad demandada por el Rey. 



Conclusión

Los ejemplos que he nombrado aquí son eso, ejemplos, hojas del bosque de la historia reciente de la humanidad. Podríamos citar todas y cada una de las intervenciones imperialistas de EEUU (Chile, Granada, El Salvador, Afganistán, Libia, Corea…etc.) o hablar del imperialismo francés en Indochina y Argelia, pero estaríamos repitiendo el mismo patrón. Lo que ha movido a las potencias capitalistas al genocidio ha sido, fundamentalmente, el ansia de beneficios para sus burguesías nacionales. Tratar de explicar estos hechos acusando a los gobiernos y a su voluntad de dominio es no explicar nada si no se explica la trastienda de la situación, citando a Marx:

"El ejecutivo del Estado moderno no es otra cosa que un comité de administración de los negocios de la burguesía."