domingo, 30 de diciembre de 2012

Regalo de fin de año.

















Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Miguel Hernández (poeta y comunista)

sábado, 8 de diciembre de 2012

El peligro del fascismo



Vivimos una situación económica que roza la catástrofe, el paro escala sin parar cifras de millones, los pensionistas tienen que alimentar con sus pírricas pagas a hijos y nietos, los estudiantes tienen que mendigar trabajos de miseria (incluso existen casos de prostitución) para poder pagar sus estudios…etc. A nadie se le escapa que esto es muy grave, y que no tiene visos de solucionarse en el corto plazo. Nuestros políticos se dedican a cacarear sobre lo mucho que hemos derrochado todos juntos y nos dicen que hemos de pasar esta penitencia, que nos lo merecemos por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Los medios de comunicación, al servicio de las clases dominantes, repiten y amplifican este mensaje a todas horas, en sus noticias, tertulias, sus escribientes y expertos lo imprimen por millones. Pero a pesar de todo esto, la calle arde. Se multiplican las manifestaciones, huelgas, enfrentamientos con las fuerzas de represión del estado y a pesar de ello, nada cambia. Pareciera como si las clases trabajadoras, atontadas, se dieran contra un muro enorme de hormigón armado. Esta situación nos puede llevar a la resignación y a la desesperanza, nos puede llevar a la desazón y a la falta de expectativas e ilusiones de cambio. Mentiríamos los comunistas si dijéramos que existe actualmente un partido capaz de dar voz real a estos anhelos de cambio de las clases populares, años de traiciones y balcanización de las organizaciones proletarias han destruido la poca confianza que pudiera existir en ellas por parte de los trabajadores. Y no parece que se esté consiguiendo revertir esta situación.  

¿Qué puede salir de todo esto que he dicho más arriba? Tenemos un país colapsado económicamente con millones de obreros en la miseria, con hambre real en la España del siglo XXI, tenemos casos de corrupción diarios, tenemos explotación laboral a niveles de dos siglos atrás, tenemos derechos sociales barridos a golpe de decreto ley mientras se tolera el latrocinio de los fondos públicos y el saqueo de los recursos de todos. ¿No es esta situación un caldo de cultivo para el surgimiento del fascismo? Al menos, lo parece. ¿Por qué no ha surgido ya? ¿Ha salido ya en otros lugares? ¿Qué pasará en los próximos meses o años? ¿Qué debemos hacer los comunistas ante esta amenaza? Todas estas preguntas van a tratarse en este artículo.

¿Qué es el fascismo? ¿De dónde sale?

¿Cómo definir el fascismo? Esta es una cuestión importante. Para ver una buena definición, hemos de acudir a Dimitrov, que consagra una de las mejores obras escritas sobre el movimiento fascista. Dice así:

“El fascismo en el poder, camaradas, es, como acertadamente lo ha caracterizado el XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero.”

Esta definición puede parecer corta e incompleta, incluso para los comunistas, porque olvida algunas cosas que veremos más adelante, pero en esencia, se puede utilizar sin ningún tipo de problema. El fascismo es una forma de dominación, una forma de dictadura de la burguesía, solo que adquiere tintes más “reaccionarios, mas chovinistas y mas imperialistas”, todos entendemos esta afirmación, aunque no fuéramos comunistas. El fascismo utiliza la demagogia chovinista, el victimismo histórico, el patriotismo más reaccionario, niega la lucha de clases, lleva en la sangre la agudización de las condiciones de saqueo a las clases populares…etc. ¡Y aún los hay que nos comparan con este producto degenerado de la burguesía!

El análisis materialista nos permite entender al fascismo y a su surgimiento como es en esencia, es decir, como un pasaje más de la lucha de clases. Expliquemos esto. Allá donde las contradicciones del capitalismo se hacen insoportables, las clases trabajadoras se organizan, ven a su enemigo real, protestan, se enfrentan a él con “fuego y cuerda”. Estas contradicciones pueden venir de la mano de diversas causas, pueden ser provocadas por una crisis económica, por una catástrofe climática o unas hambrunas, por una guerra imperialista, o por todo lo anterior junto. Si miramos los ejemplos que la historia nos da, podemos comprobar que allá donde el fascismo ha asomado la cabeza, se daban estas condiciones objetivas. ¿Pero con estas condiciones basta? No, evidentemente. Existen lugares donde estas condiciones han surgido y están presentes, y aún así, no nace la serpiente fascista. Falta entonces otro ingrediente necesario, la organización revolucionaria de las masas. A parte de las condiciones objetivas que hemos nombrado, debe de haber una organización revolucionaria de las masas oprimidas (mediante un partido, mediante una organización más transversal, mediante una guerrilla, mediante un movimiento político, o incluso, mediante la acción espontánea y coordinada de distintas organizaciones obreras). Estas dos condiciones, causa una de la otra, bajo determinadas circunstancias (madurez  y cohesión de la burguesía, existencia de pequeña burguesía,  nivel de militarismo, actitud de las potencias extranjeras…etc.) pueden alumbrar al fascismo.

Pongamos un ejemplo histórico:

El caso de Alemania es de libro, sigue estas circunstancias de forma casi cronológica. El imperio alemán sale de la guerra imperialista mundial con graves pérdidas, con condiciones de reparación impuestas por los aliados que la llevan a la catástrofe económica más grave de su historia, circunscrita en la República de Weimar. La inflación, la humillación de la derrota, la explotación de los monopolios extranjeros y alemanes, la represión y persecución del gobierno de Weimar contra los verdaderos internacionalistas…etc. llevan las condiciones objetivas a su clímax. Ya habían surgido movimientos revolucionarios al final de la guerra, como las revoluciones de los marinos de Kiel, que estuvieron a punto de derribar al gobierno (solo Noske, Ebert y los social patriotas del SPD impidieron el triunfo revolucionario). Pero la situación no cambiaba, la burguesía sentía que el país se le iba de las manos, sentía que ante otra tentativa de los obreros, no sería capaz de engañarlos, pues el SPD ya había perdido toda su legitimidad con la traición de 1918-1919. En las cabezas y pensamientos de los capitalistas alemanes surgió la necesidad de copiar a ese movimiento italiano que un tal Mussolini estableció, y que tan buenos resultados le daba a sus compañeros terratenientes y oligarcas transalpinos. Se empezaba a hacer necesaria la necesidad de “un hombre fuerte”. Ese hombre fuerte llegó al poder con la financiación y el apoyo declarado de muchos millonarios y burgueses alemanes, también los pequeño-burgueses le daban apoyo (aunque no todos ellos), utilizaron la demagogia racista contra judíos y gitanos, se auto-proclamaban socialistas, incluso pusieron a su partido el apellido “socialista” para que las masas se llevaran al engaño y vieran con mejores ojos este movimiento. Así el fascismo puso huevos en Alemania, y para cuando eclosionaron, las masas obreras conscientes no pudieron hacer otra cosa que huir o perecer bajo su bota.

Vemos en el caso alemán como tenemos las condiciones objetivas (miseria, pobreza, explotación), vemos también como tenemos las condiciones de organización de las masas (revolución de Kiel, aumento de las protestas, desacreditación de las fuerzas socialistas oportunistas…etc.) Todas estas circunstancias, unidas a la pasividad, cuando no la aprobación y colaboración de las potencias extranjeras, dieron el poder a los fascistas en 1933. La burguesía recibió las medidas fascistas con gran júbilo, se acabaron las huelgas y los piquetes obreros, se persiguió a los internacionalistas y a los dirigentes del KPD por toda Alemania, se instala el terror y se crean grandes consorcios industrio-militares de los que se podían beneficiar los monopolios alemanes como Krupp, Siemens, IG Farben…etc. Las mejores familias del Reich estaban jubilosas con su nuevo caudillo, que les traía la tranquilidad y el bienestar, truncado por esos piojosos obreros que se quejaban de vicio y que no sabían agradecer debidamente el tener un puesto de trabajo.

El fascismo en la actualidad: los casos de Grecia y España

El fascismo actual está escondido, no se presenta a sí mismo como tal, se hacen llamar nacionalistas o patriotas, pero detrás de eso, se esconde el fascismo puro y resuelto de las camisas pardas y negras de los años 30. Su única aspiración es ser lo que eran en el pasado, los caniches mejor pagados de los consorcios empresariales y los monopolios, aunque su base no sepa ni siquiera contar hasta 10. El fascismo actual no ataca a los comunistas ni a los alborotadores, ni a los judíos,. y si lo hace, no centra su debate en estos colectivos, actualmente ha encontrado un mayor enemigo; la inmigración. Los fascistas de la actualidad tienen un discurso anti-inmigrantes muy marcado, cosa que les hace ganar votos entre las masas mas alienadas y estúpidas, entre los lumpen y los residuos más decrépitos de la clase obrera, los más alienados e idiotas son su coraza, su fuerza de choque futura. Hasta el momento, este movimiento ha sido anecdótico en la mayoría de países, carecen de organización mas allá de algunos grupúsculos, que cuentan en ocasiones con cierta complicidad del poder, pero que no suponen una amanezca mas allá de las palizas ocasionales que dan a inmigrantes, mendigos, prostitutas…etc. Con la crisis capitalista, se están presentando ya las condiciones objetivas, aunque en distinto grado en los países de Europa, veamos dos de ellos.

El caso Griego está muy avanzado, y lo está por dos razones. La primera es que las condiciones objetivas están muy maduras, las masas proletarias pasan hambre y se suicidan masivamente mientras los monopolistas y burgueses saquean sus presupuestos con total impunidad. La segunda razón es que en Grecia existe una respuesta organizada y fuertemente socialista o de izquierda ante esta situación, existen organizaciones de masas que encuadran a miles de obreros y que cuentan con la simpatía de millones (PAME, KKE). El partido de izquierdas reformista, Syriza, se postula como fuerza capaz de arrebatar el gobierno a los empleados de la troika (ND). Estas dos condiciones provocan que los intereses burgueses de los consorcios griegos (los que quedan) pero sobretodo de los intereses extranjeros (fundamentalmente alemanes, franceses y británicos) estén temerosos de no cobrar sus deudas ni de poder saquear aún más al pueblo griego. Sin duda, su rapiña corre peligro ante una revuelta obrera o ante una llegada al poder de Syriza con Tsipras a la cabeza, que  si no pusiera fin a esta situación, haría que los obreros pasaran definitivamente al KKE o a otras fuerzas directamente anticapitalistas.

La inquietud de los burgueses ha hecho florecer de la noche a la mañana (que casualidad) un partido llamado Amanecer Dorado, que habla directamente de minar las fronteras y expulsar a todos los inmigrantes del país. Muchos de sus miembros están involucrados en crímenes o actos violentos, y su líder estaba involucrado en la antigua dictadura militar. Su ideología no pasa de un decálogo simplista de estupideces inventadas, en el mejor de los casos, pero muy fáciles de entender para los sectores mas alienados de las masas obreras. De esta forma, este partido ha ganado ampliamente apoyo social, hasta el punto de que se postula como la tercera fuerza más votada en Grecia, detrás de la ND de Samaras y de Syriza, eso sí, a mucha distancia. ¡Incluso supera al KKE en número de votos! Estos residuos sociales alienados y estúpidos, que no deberían suponer ningún problema para una clase obrera consciente y organizada bajo partidos de nuevo tipo, suponen, en la actual Grecia, una amenaza real. Me aventuro a presagiar ciertos movimientos golpistas o gobiernos de coalición o de “salvación nacional” de estas lombrices con los burgueses de ND, el PASOK o DIMAR. Al tiempo.

En España las circunstancias objetivas están igual de avanzadas que en Grecia, pero aquí, a diferencia del país heleno, no hemos conseguido dar a nuestras protestas y manifestaciones el tono que de verdad asusta a los capitalistas. Digamos que los burgueses y sus políticos aún se sienten seguros, aún nos tienen controlados, quejándonos de los graves destrozos de escaparates o de la violencia de los manifestantes al empujar a un policía al suelo (policía que previamente habría herido a decenas de obreros). Las protestas en España son masivas, son dignas y tienen una concepción socialdemócrata y progresista muy marcada, aún cuando puedan existir grupos de personas más radicales o de la izquierda anticapitalista (cada vez más numerosos). A excepción de los mineros y de las concentraciones de carácter más laboral (las huelgas generales) asistimos a tamborradas, batukadas, coreografías, gritos mudos y rezos a Isis por todas partes, como se comprenderá, no hemos llegado al nivel de Grecia. Es por eso que los partidos fascistas no han eclosionado, de momento, no están siendo fomentados por el poder ni por sus medios de comunicación, no llevan a sus líderes a tertulias televisivas de máxima audiencia…etc. De momento, el poder se contenta con sostener a partidos de nuevo cuño, de carácter demagógico y con un discurso centrado en estupideces sin importancia, pero de muy fácil calado entre los más alienados (conocido es el caso de UPyD, Ciutadans…etc. hablando sin parar de los privilegios de la clase política, de las subvenciones a sindicatos o de la inutilidad de las lenguas cooficiales y los pinganillos en el congreso). Todos estos debates son muy beneficiosos para los capitalistas, que desvían el tiro de los trabajadores de los problemas de fondo.

La culpa de que las condiciones de organización obrera y de lucha de clases no estén agudizadas no es de las masas, aunque evidentemente, su atraso político tiene bastante culpa, sino de las organizaciones obreras tradicionales. Los sindicatos están vendidos al “pacto social por el empleo y el estado del bienestar” donde llegaron a pactar con las patronales peores condiciones laborales y el atraso a la edad de jubilación. Los partidos tradicionales han sufrido y llevan sufriendo una descomposición y una putrefacción que los desangra a chorros de militantes obreros. IU debería poder ser un referente similar a Syriza en Grecia, debería poder jugar ese papel de frente de masas que lucha contra la troika y los monopolios, pero no lo está consiguiendo, a pesar de esfuerzos de parte de su militancia. En estas condiciones, el surgimiento del fascismo en España, propiamente dicho, está condicionado, paradójicamente, al fortalecimiento y purga de las organizaciones obreras tradicionales (tarea titánica y de la más necesaria realización). Esto no quiere decir, evidentemente, que el fortalecimiento de los sindicatos de clase y las organizaciones obreras cause de forma automática el fortalecimiento del fascismo, pero sí que es una condición necesaria, que como hemos visto, se da ya en otro países.

Aún así, esto no seguirá por mucho tiempo, las masas obreras buscaran un referente político que les conduzca a la lucha, se llame IU o como se llame. Será entonces cuando los trabajadores y trabajadoras tendremos que estar prevenidos contra la aparición del fascismo, que puede surgir con un chasquido de dedos de los burgueses y los banqueros. ¿Creéis que exagero? ¿Creéis que no hay base social para ello? Leed algunos comentarios a esta noticia en Internet sobre Amanecer Dorado, se que parece un análisis algo estúpido, pero imaginad esto a gran escala.

http://www.alertadigital.com/2012/11/30/amanecer-dorado-amplia-su-labor-social-y-dara-servicios-medicos-gratuitos-a-los-griegos-afectados-por-la-crisis/

sábado, 1 de diciembre de 2012

¿Se equivocan los anarquistas respecto al estado?



Los anarquistas tienen una concepción errónea del papel que ha de jugar el estado en la futura revolución, esto es debido a su aventurerismo y a su extraña comprensión de las leyes históricas y del materialismo. Muchos comunistas se oponen al anarquismo con argumentos estúpidos o superficiales, o simplemente rehuyen el debate con ellos por cuestiones que escapan a mi comprensión, por ello, es necesario aclarar el porqué los comunistas nos oponemos a las concepciones libertarias. La más honda diferencia existente entre los anarquistas y los comunistas reside en el papel del estado, como ya hemos dicho, que es el tema que trataremos en esta pequeña entrada, y para empezar a hablar del tema, se hace necesario ver: 1) la postura anarquista sobre el estado. 2) la postura que tenemos los comunistas. 3) en que se diferencian ambas.

1- Empezando por el principio, citaré a Bakunin, uno de los mayores exponentes del anarquismo, sobre el estado, y posteriormente, a Kropotkin:

Todos los Estados son malos en el sentido de que por su naturaleza, o sea por su base, por las condiciones de su existencia, son lo contrario de la justicia, la libertad y la moral humanas.

Fijaros en ese “Todos”, volveremos sobre ello mas tarde. Veamos que dice Kropotkin:

“sabemos que una institución que existió durante varios siglos y que se consolidó firmemente adoptando una forma determinada con el objetivo de cumplir un papel determinado en la historia, no puede ser adaptada para un papel contrario”

En estas dos citas que he puesto aquí vemos la concepción anarquista del estado (que no se me enfaden los anarquistas, lo digo en sentido general), puesto que se exponen las dos ideas principales. La primera es que “todo” estado es malo para la clase obrera, puesto que implica opresión, encarcelamientos, injusticia…etc. La segunda idea es la expresada por Kropotkin, es decir, un estado que de por sí es malvado y anti-obrero no puede ser utilizado en “un papel contrario”.

Para los anarquistas, el estado es  la encarnación de la injusticia, de la opresión patronal, de la inmoralidad  y de la explotación. Rechazan todo lo que provenga de él, puesto que implicará malas noticias para los trabajadores. El estado está lleno de elementos contrarios a la libertad como son las cárceles, los ejércitos permanentes, las magistraturas, las policías…etc. Todo este cúmulo de males ha de ser combatido por las víctimas de esos males mismos, los obreros asalariados. ¿Qué han de hacer los obreros? Derribar ese monstruo que les oprime por orden de las clases privilegiadas, abolirlo cuanto antes y para siempre y substituirlo con asociaciones federadas y libres de cooperativas productoras y consumidoras, donde rija la libertad y la propiedad colectiva de los medios de producción. Para realizar esta tarea, la clase obrera no necesita utilizar la lucha  política como tal, solo necesita confianza en sus organizaciones libertarias y mutuas sindicales, con esto bastará para organizar la respuesta obrera y la revolución.

2- Los comunistas tenemos una postura frente al estado que puede parecer cercana a la de los anarquistas, pero no lo es, veamos por qué. El estado es para nosotros, los comunistas, una herramienta de opresión en manos de una clase, es decir, unas tenazas gigantescas que mantienen por la fuerza y por la propaganda el orden social existente. El estado no nace como de si de un hongo se tratara, aparece como consecuencia de determinadas circunstancias objetivas, y su desarrollo y mutación, va de la mano de este mismo cambio en las circunstancias que le han dado a luz. El estado aparece allá donde hay lucha de clases, donde existe antagonismo de clases, esto es de esta forma  precisamente porque el estado tiene el encargo de mediar en esta lucha de parte de la clase dominante (que es la que tiene el poder de este estado).

En todas las etapas históricas el carácter de clase del estado se ha revelado claramente desde el preciso momento en que los desheredados y esclavos se han intentado levantar de su letargo. ¿A que respondían sino las expediciones punitivas de revolucionarios en los estados europeos del siglo pasado? Cuando el estado reprime a los revolucionarios (no importa que se llamen Espartaco o Lenin) está realizando la tarea para la cual ha sido forjado. Los comunistas vemos al estado, entonces, como una institución fruto del desarrollo histórico y como una herramienta en manos de la clase dominante.

Los marxistas rechazamos el estado burgués (ojo a esta coletilla que acabo de poner y que resalto en negrita) como elemento represor que efectivamente es, pero este rechazo no nos impide verlo como una arma poderosa. De la misma forma que el fusil puede servir para mantener al esclavo en su puesto, puede servir, si el esclavo se apodera de él y lo transforma según sus intereses, en una herramienta de liberación. A nadie en su sano juicio se le ocurriría rechazar el arma del enemigo para utilizarla en su contra, por poco moral que esta arma sea. Algo así es lo que pretendemos los comunistas. Es decir, la clase obrera, hasta ahora oprimida por el poder del estado (ocupado por los capitalistas), debe romper el estado burgués, desorganizarlo y ocuparlo posteriormente con sus propias instituciones de estado, constituyéndose así en estado proletario (el estado proletario no es más que la clase obrera constituida como clase dominante). 

Este estado proletario, como todo estado, sirve para reprimir a la clase enemiga, solo que esta clase será ahora la burguesía, la república obrera deberá acabar con la resistencia de los capitalistas y confiscar todos sus medios de producción, poniéndolos al servicio del pueblo. Esta inmensa tarea, la destrucción del estado burgués y la constitución de uno proletario, deberá de realizarla un partido obrero de masas, bajo las banderas del internacionalismo.

El estado proletario parido de la revolución irá perdiendo funciones a medida que la resistencia de los capitalistas se evapore, y a medida que las tareas económicas esenciales sean realizadas (control obrero de la industria, creación de cooperativas de campesinos y propiedad pública de las tierras, confiscación de las riquezas y de los capitales, fusión de los bancos capitalistas en una banca pública popular al servicio completo de la economía productiva…etc.) El estado irá siendo innecesario e irá siendo substituido por las organizaciones económicas creadas por él mismo, que ya no serán un estado, pues no servirán para reprimir a ninguna clase social.

3- Está claro como la luz del día que los anarquistas y los comunistas diferimos bastante sobre la cuestión del estado, y durante largos años se han producido discusiones muy famosas de entre nuestros referentes. La más famosa fue sin duda la protagonizada por Marx y Engels con Bakunin, que acabó con la salida de los libertarios de la Internacional. Mirad lo que decía el líder del anarquismo:

[Dice Marx] en su célebre Manifiesto del partido comunista [...] " El proletariado debe concentrar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado elevado al rango de clase dominante." [...] Si el proletariado, se pregunta, se convierte en clase dominante, ¿sobre quién dominará? Quedará pues otro proletariado que será dominado a esa nueva dominación, a ese nuevo Estado.”

Evidentemente el señor Bakunin no entendió bien el fragmento del Manifiesto Comunista, pero como era una persona inteligente, se hizo la pregunta correcta; “¿Sobre quien dominará?”. Pues nosotros le contestaremos señor Bakunin, el proletariado dominará sobre los burgueses y los capitalistas, además de sus agentes a sueldo, no sobre otros proletarios, a menos que estos vayan contra la revolución que les ha liberado. Después de la revolución, la clase burguesa no se evapora, no desaparece, simplemente se retira a sus madrigueras a apretar los puños y los dientes, y a maquinar el restablecimiento de su dominación, mientras esta amenaza exista, el proletariado no puede renunciar a consolidar su victoria. El señor Bakunin nos alienta a la lucha, eso sí, nos dice que una vez ganemos, dejemos las armas del enemigo cargadas a sus pies. ¡Esto no puede ser! Además de esto, la postura anarquista carece de visión materialista, ya que mientras exista lucha de clases (y durante un tiempo después de la revolución existirá) el estado no puede dejar de existir, pues su labor es precisamente conciliar esta lucha (bajo el mando de la burguesía) o finiquitarla (bajo el mando de la clase obrera). 

A pesar de las numerosas diferencias y discusiones que hemos mantenido anarquistas y comunistas a lo largo de la historia, por ejemplo en el problema del estado, no hay que olvidar que ambos colectivos tenemos muchos muertos y mártires a nuestras espaldas, y muy a menudo (y de esto los españoles somos referentes) nuestros camaradas han caído juntos, defendiendo la misma causa. Compartimos el mismo enemigo.