sábado, 28 de abril de 2012

La violencia




¿Es necesaria la violencia para hacer política? Esta sola pregunta puede causar urticaria a muchos liberales enamorados de la “inviolabilidad de la libertad y de la vida humana”, no pretendo que ellos se lo pregunten (conozco su hipocresía en condenar unas violencias y jalear a otras), mi pregunta ha de ir dirigida a los futuros revolucionarios. Aquellas personas que quieran honestamente cambiar las cosas en este mundo podrido, en uno u otro momento, han debido de hacerse esta pregunta que vamos a intentar contestar. ¿Cuál debería ser la postura de los marxistas-leninistas ante esta cuestión? Voy a intentar dar mi opinión sobre el asunto.

Breve repaso histórico:

Primero que todo, hay que señalar que todos los cambios de calado en la historia de la humanidad han venido de la mano de la violencia (sobre todo de la violencia de masas). ¿Qué país no ha vivido revoluciones? ¿En qué país los campesinos no han quemado las fincas de sus dueños? ¿En qué país los obreros no han utilizado la insurrección armada para la conquista política del poder? No hace falta que hablemos claro está, de la violencia de la clase explotada, podemos hablar de la violencia de clases poseedoras y acomodadas entre ellas, porque la violencia política de masas, siempre es lucha de clases. La burguesía francesa e inglesa sabe esto que digo mejor que ninguna otra. ¿Cómo conquistaron los comerciantes y tenderos franceses el poder político en su país? Por medio de la guillotina y apoyándose en las masas. La burguesía ha utilizado para alcanzar su actual dominio la violencia política de masas, que hoy tanto condena. Trotsky decía en 1905 que:

“¿En qué otro periodo se elevó la democracia burguesa a tal altura, encendió una llama tal en el corazón del pueblo como lo logró la democracia jacobina, Sans-culotte y terrorista de Robespierre en 1793?”

Esta afirmación, que todo marxista debería conocer, reconoce el pasado revolucionario de la clase hoy poseedora, la capitalista, reconoce que sus inicios como clase revolucionaria van de la mano del proletariado naciente. ¿Acaso fueron los pequeñoburgueses parisinos los que mayoritariamente cogieron las armas en su revolución? ¿Fueron únicamente ellos los que asaltaron la Bastilla? ¿Eran burgueses los habitantes del Arrabal de Saint-Antoine? Parece claro pues, que los inicios de la burguesía como clase poderosa, como clase dominadora, vienen de la mano del proletariado ya que en aquel momento el enemigo era común, el viejo régimen.

Desde aquel momento las cosas han cambiado, la democracia burguesa se asentó en Europa y se consolidó en los EEUU. El imperialismo del siglo XIX extendió la barbarie capitalista por todo el globo arrasando culturas, pueblos y vidas humanas. Las respuestas de estos pueblos fueron también violentas, y con toda la razón, pues por medio de la represión se les sometía. Así, llegamos a las revoluciones proletarias de 1848, pero sobretodo a la más gloriosa de las revoluciones del siglo XIX, la tentativa comunal de los parisinos en 1871. La comuna de París se convirtió en la primera revolución, o mejor dicho, en el primer gobierno obrero de toda la historia con perspectivas fuertes de extenderse por todo el Imperio. Las hienas burguesas de Thiers y de los Versalleses aplastaron esta tentativa del proletariado parisino y mataron a 30.000 obreros, pero dejando de lado esto hay que preguntarse: ¿Fue la Comuna una tentativa violenta de conquista del poder? ¿Se decretaron medidas represivas, y sobretodo, eran necesarias?

Estas preguntas son muy importantes, porque sobran en el movimiento obrero de hoy algunos que como Kautsky o Ebert en el siglo pasado, dicen que la comuna fue poco más que una tentativa democrática de los “ciudadanos de París”. De esta forma, consiguen prostituir la causa de los comuneros y engañar a los revolucionarios de hoy. La comuna decretó leyes profundamente violentas, profundamente terroristas (en el sentido más jacobino de la palabra) para con sus enemigos. ¿Esto es reprochable? ¿Podemos condenar a los que fusilaban y ahorcaban a los traidores, espías, contrarrevolucionarios y asesinos del pueblo? Mientras se había enviado a hornadas de obreros a morir por los intereses estúpidos de Napoleón III nadie se cuestionaba la “sagrada vida humana”, pero cuando los que caían en los paredones y las fosas comunes eran burgueses millonarios, agentes de la reacción o generales con las manos manchadas de sangre, la cosa cambió. París y su Comuna asestaron golpes duros a Thiers y a sus bandidos pero no fueron suficientemente contundentes, pues les dejaron reagruparse a las afueras de la ciudad y ese fue su fin. Entonces parece ser que hasta 1871 todas las tentativas de rebelión de masas (ya fueran intereses burgueses o proletarios los que las empujaban) venían de la mano de la violencia.

La lección más dura que los obreros del mundo nos hemos llevado en nuestra lucha por la emancipación, ha sido la Revolución Rusa de 1917. Sin duda, es la mayor revolución de todos los tiempos, por su calado, por su ejemplo, por su novedad y por su rápida evolución. Citaré nuevamente a Trotsky, en su obra sobre la revolución, para que podamos ver claramente el cambio llevado a cabo por los obreros, soldados y campesinos rusos:

“En los dos primeros meses del año 1917 reinaba todavía en Rusia la dinastía de los Romanov. Ocho meses después estaban ya en el timón los bolcheviques, un partido ignorado por casi todo el mundo a principios de año y cuyos jefes, en el momento mismo de subir al poder, se hallaban aún acusados de alta traición. La historia no registra otro cambio de frente tan radical, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos ante una nación de ciento cincuenta millones de habitantes.”

¿Este “cambio de frente tan radical” se llevó a cabo sin violencia? Es evidente que no, aunque es cierto que esta violencia que se tuvo que llevar a cabo, no tuvo que ver con la conquista física del poder, sino con su conservación y con la implantación del socialismo. El joven gobierno de los soviets llegó al poder deteniendo a contrarrevolucionarios y fusilando a junkers y batallones de la muerte, no obstante, esto no se puede catalogar de violencia a gran escala. Lo que sí que se debe catalogar como violencia a gran escala y lucha por conservar lo que la revolución había conquistado, es la Guerra Civil que los terratenientes, capitalistas e imperialistas extranjeros decidieron desatar en Rusia. Esta lucha sí que exigió al gobierno del proletariado y de los campesinos, medidas violentas, medidas de guerra y de represión que se pueden catalogar como brutales. Los ejércitos blancos y extranjeros (los Kolchak, Yudenitch y demás) fusilaban y mataban todo lo que pasaba por delante de sus ojos, sus espías y saboteadores boicoteaban la economía de guerra bolchevique, el país estaba asolado por el hambre, por las matanzas y por los crímenes. ¿Ante una situación de agresión tan grave, se podía actuar de forma pacífica, conciliadora? No, y esto lo entendieron bien los soldados del Ejército Rojo, que pese a estar agotados de combatir en la Gran Guerra imperialista de 1914, decidieron seguir luchando por defender a los soviets. El gobierno bolchevique, empujado por las circunstancias, tuvo que tomar medidas que jamás hubiera pensado, establecer una disciplina férrea en el ejercito, organizar una jerarquía militar (aunque no como la zarista o la de Kerenski, pues esta, era útil a los obreros)…etc.  

No tardaron los falsos socialistas de la II Internacional, los que habían votado a favor de los créditos de guerra, en condenar las actuaciones de los bolcheviques por “violentas y antisocialistas”. A estas acusaciones Trotsky, organizador del ejército rojo contestó de la siguiente forma:

“¿No lo comprendéis, falsos devotos? Pues os lo explicaremos. El terror del zarismo estaba dirigido contra el proletariado. La policía zarista estrangulaba a los trabajadores que luchaban por el régimen socialista. Nuestras Comisiones Extraordinarias fusilan a los grandes propietarios, a los capitalistas, a los generales que intentan restablecer el régimen capitalista. ¿Percibís este... matiz? ¿Sí? Para nosotros, los comunistas, es por completo suficiente.”

Parece que podemos concluir con esta idea, que la burguesía y el proletariado, si han tenido la verdadera voluntad de luchar por sus intereses de clase, lo han hecho a través de la violencia, y cuando no lo han hecho suficientemente han sido derrotados por sus enemigos, que si comprendían este principio. La pequeña burguesía francesa, inglesa, rusa, americana, latinoamericana y en general la del mundo entero que la haya visto florecer, ha recurrido a métodos violentos. Así también, los obreros y campesinos, en infinidad de países han luchando con mosquetes y cañones contra sus carceleros. Lo importante de la historia, es que su estudio nos enseña a prevenir el futuro, sus lecciones nos preparan para la inminente lucha entre el capital y el trabajo. Es cierto que abundan algunos que hablan de revolución y pretenden llevarla a cabo sin atender a las lecciones del pasado, ponen como ejemplo la lucha por la independencia de la India, o la conquista de los derechos civiles en los estados unidos. A todos ellos hay que contestarles dos cosas: la primera es que estos ejemplos no constituyen ningún cambio en la clase que ostenta el poder, y por tanto, no se les puede catalogar de revoluciones profundas (en los términos que nosotros le damos aquí), el que no lo quiera ver que intente averiguar cuál es la clase que gobierna en India o en EEUU y verá lo que estoy diciendo. En segundo lugar; los métodos de lucha elegidos son libres por cada clase, pero los resultados son palpables y no son resultado de la elección, es necesario mostrar las evidencias históricas a estas personas, en su mayoría honestas y consecuentes, pero aún idealizadas por la mentira de “poner la otra mejilla”.

Violencia individual o violencia de masas:

Lo más importante a destacar de esta cuestión es la lucha entre los anarquistas (una parte de ellos) y los socialistas científicos. Los primeros fueron terroristas individuales muy experimentados, el anarquismo del siglo XIX y principios del siglo XX (o mejor dicho, una parte de él) recurrió a menudo a grupúsculos terroristas reducidos con los que hacer ataques puntuales a las bisagras del sistema capitalista, aunque esto pusiera la vida en peligro de obreros y civiles. Esta actividad no solo es contraria a la legalidad burguesa y al sentido común, sino también al socialismo. Los terroristas individuales son unos ignorantes de poca monta que apenas comprenden el carácter espontaneo de su lucha, son capaces de echar a perder y dar munición a los capitalistas para ser ellos la punta de lanza del movimiento revolucionario.

El anarquismo en general, tan equivocado en sus posturas organizativas de la revolución, ignorando la vertebración del movimiento obrero en un partido de nuevo tipo, tendía  a caer en los sueños infantiles y pequeñoburgueses de la “propaganda de la acción”. Creían que los actos terroristas individuales animarían a las masas a seguirles, harían saltar la superestructura burguesa por los aires. ¿Acaso estos “revolucionarios” no conocen la influencia de la burguesía en las masas? ¿Creen que un obrero idiotizado por la prensa, la iglesia, la propaganda y los discursos democráticos durante 200 años de dominio capitalista va a despertar porque disparen a un gendarme de la reacción cuando salga de su casa? Los comunistas denunciamos estas tácticas estúpidas, innecesarias y negadoras de la organización y encuadramiento proletario dentro del partido de nuevo tipo. La revolución no se producirá jamás detonada por los ataques terroristas a alguno que otro peón del capital, sino por la acción conjunta de la clase obrera y campesina bajo dirección del Partido, actuando este como vanguardia, y no a rastras de las masas, como parece que pasa actualmente en algunos lugares de Europa.

Los comunistas y el pacifismo:

¿Somos los comunistas bestias sedientas de sangre que llamamos a la violencia para lograr nuestros objetivos políticos? Para nada. La violencia solo debe de utilizarse bajo estas dos premisas: ante cualquier ataque de la reacción (y proporcionado a este) y de mano de las masas. ¿Esto qué quiere decir? Los comunistas no deseamos la violencia, los obreros y campesinos de bien la aborrecen y la repudian, pero esto no quiere decir, que neguemos su papel en la historia y que reivindiquemos su uso en situaciones de vida o muerte, de liberación o de derrota. Incluso el premio Nobel de la paz, el señor Obama (que ya tiene guasa el asunto) dijo en su discurso al recibir el galardón que las hordas hitlerianas no se hubieran detenido sin violencia. Los socialistas científicos repudiamos la violencia, la condenamos, la aborrecemos, no la queremos usar en ningún caso, pero jamás diremos a las masas que luchen contra sus carceleros que no la utilicen para este fin.

Marx, Engels, Lenin y otros pensadores marxistas han declarado en muchas ocasiones que lo “deseable” es que la revolución sea llevada por medio de actos “lo más pacíficos posibles”. Esto es así, es nuestro deseo, pero si nos los truncan los defensores de lo antiguo en el momento en que lo nuevo se abra paso, la gente responderá. La violencia del capital contra el trabajo es despiadada, más aún en momentos de crisis económica, la explotación se acentúa, los desahucios, los despidos, el agotamiento de prestaciones por desempleo, la subida de impuestos al pueblo, la desprotección de servicios sociales, la represión policial y judicial se agudiza. Esta violencia que no veremos condenada por los liberales modernos, se ceba con la clase trabajadora, el hambre y la miseria se llevan cebando con los pobres del mundo desde que salimos de las cuevas, y no parece que a nadie le importe.

Es por ello, que bajo mi punto de vista, los comunistas del mundo entero hemos de proclamar a los cuatro vientos que:

- La violencia es el pan de cada día contra los parados, trabajadores, pobres, miserables y desposeídos.

- Que la ley protege y ampara siempre que puede a los violentos de la clase poseedora.

- Que no tenemos derecho, como clase, al uso del terror individual y que solo las masas de obreros y campesinos cuando luchan por su liberación y por su pan pueden ser dignas del uso de esta violencia. Las constituciones liberales hablaban del “sagrado derecho a la insurrección”, no es algo que nosotros inventemos.

- Que la historia nos enseña que los cambios de modelo y de poder son inevitablemente y lamentablemente violentos.

Esto se puede resumir en la consigna tantas veces repetida. “paz entre pueblos, lucha entre clases”.

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