viernes, 14 de septiembre de 2012

La Cuestión Nacional


Introducción:

¿Es la cuestión de las nacionalidades un problema a tratar por los marxistas-leninistas? Es obvio que si, cualquiera que no de importancia a este tema no entiende nada sobre el marxismo. Puede aparecer algún revolucionario que sentencie simplemente “Los obreros no tienen patria” y de esta forma, evitar la problemática real que supone la cuestión nacional para los pueblos. A parte de ser una forma poco dialéctica de tratar el asunto (o sea, eludirlo) supone una franca traición a la clase obrera. Hay obreros que, legítimamente, tienen aspiraciones nacionales concretas, por lo que sería una negligencia abandonarlos a su suerte y simplemente negar estas aspiraciones. Lo primero que debe de hacer un marxista es bajar al terreno político de la clase obrera, con sus viciados esquemas a veces, y luchar en el barro, intentar transformar estas reivindicaciones nacionales en un impulso hacia el socialismo. A mi modo de ver, los bolcheviques, consiguieron armonizar su programa revolucionario con las aspiraciones nacionales de los pueblos oprimidos bajo el zarismo, cosa que les permitió ganar para la causa socialista a millones de obreros oprimidos por el nacionalismo “gran ruso”. Es de vital importancia este tema allá donde haya conflicto nacional, donde exista una nacionalidad que oprima a otra debe de existir un partido proletario en ambas, que denuncie esta situación. Lenin formaba parte de la minoría opresora (apenas había un 43% de gran rusos) pero admitió, como no podía ser de otra forma, que ningún pueblo puede ser libre mientras oprima a hermanos de otras nacionalidades. La posición leninista se basaba en dos puntos básicos y aparentemente antagónicos: el reconocimiento del derecho de autodeterminación y el más férreo centralismo y disciplina revolucionaria dentro del partido. Esta táctica, que veremos más extensamente luego, es la que hemos de seguir los revolucionarios, es la base de la posición del socialismo científico sobre este importante tema.

Orígenes de las naciones actuales:

Las naciones burguesas en Europa son un invento de poco más de 200 años, no hay que buscar tan atrás en la historia (con ciertas excepciones). Alemania e Italia son dos claros ejemplos. La burguesía necesitaba, para su mejor reacomodamiento, un marco territorial unificado, estable, que le permitiera la comodidad en sus transacciones, por ello el inicio de las naciones burguesas hay que buscarlo con la consolidación de la burguesía como clase dominante. Cuando la burguesía tuvo capacidad de imponer sus normas (después de las revoluciones francesa y americana) pudo exigir la creación de estados nacionales que le facilitaran las cosas. Marx y Engels veían esto como un avance positivo hacia el socialismo, lo veían como una oportunidad de unir las luchas y las organizaciones obreras (almenos en el caso Prusiano). En aquella época, la construcción nacional tenía un carácter progresivo, ya que veníamos del feudalismo, de los imperios y de los terruños. Así Marx y Engels decían:

"Este hecho simplifica la situación; facilita la revolución, dejará a un lado las reyertas entre los capitales insignificantes y en cualquier caso acelerará el desarrollo... El movimiento absorberá todos los estados minúsculos, cesarán las perniciosas influencias locales y los partidos serán no sólo locales sino nacionales... en mi opinión debemos aceptar el hecho, sin justificarlo, y utilizar tanto como sea posible las mayores facilidades para la organización y unificación nacional del proletariado alemán”

Como hemos visto, los pensadores socialistas veían la realidad de una forma dialéctica, es decir, de cambio permanente y de acercamiento hacia el socialismo, o si mas no, a las condiciones para que se diera algún día. Es lógico para cualquiera, que si tenemos una Europa compuesta de estados nación, donde la burguesía se pueda desarrollar con comodidad, será más fácil llegar a una situación donde se pueda plantear el socialismo, ya que el crecimiento de la burguesía va unido al fortalecimiento de la clase obrera. Es cierto que el paso desde el feudalismo, los imperios y las tribus hasta el estado-nación de la burguesía no fue plácido, hubo un periodo donde la monarquía jugó un importante papel en lugares como Francia o España. Podríamos decir que pasamos del feudalismo y de las formas más primitivas de organización a una unificación (aún no burguesa) de las leyes y las burocracias, para finalmente, pasar a un orden burgués de las cosas mediante las revoluciones democrático-burguesas.

Marx y Engels:

En la primera parte de este artículo hemos hablado de la necesidad de que los marxistas demos la importancia que merece a la cuestión de las nacionalidades. Hay ciertos revolucionarios que simplemente niegan este problema, establecen como su “única” prioridad la liberación de la clase obrera, de esa forma, se cubren las espaldas para no abordar los problemas reales de la clase trabajadora. Los obreros necesitan liberarse de la burguesía, pero para ello, tal vez debamos de atender a sus reivindicaciones actuales, quizá debamos de prestar atención y tratar de encauzar sus proclamas y necesidades hacia el socialismo. Los anarquistas obran de esta forma, niegan la problemática de las nacionalidades, únicamente aducen a que “la nación es un invento burgués” (lo cual no es del todo cierto) y con eso olvidan el tema. Marx y Engels no pensaban de esta forma, es decir, no obviaban los problemas y las reivindicaciones de la clase obrera, intentaban escucharlos y dirigirlos hacia el socialismo. El utopismo de algunos revolucionarios al considerar que los trabajadores, espontáneamente, abandonaran los prejuicios nacionales y se entregarán a su vanguardia es irreal. Marx y Engels no negaban el problema de las nacionalidades, y eso les hizo ganarse a millones de partidarios de todas las naciones (oprimidas y opresoras), pero el hecho de reconocer este problema no entró en contradicción con el hecho de que siempre fuese tratado como un elemento de la lucha de clases.

La forma que tenían de tratar el tema de las nacionalidades era totalmente dialectico materialista, o sea, que analizaban la realidad en un lugar y momento determinado, y en base a esta, actuaban y aplicaban en consecuencia. Algunos otros revolucionarios simplemente trataban de elaborar un programa detallado, donde se expusieran unas normas “fijas” (es decir, anti-dialécticas) que no permitían un análisis científico de la realidad social. Marx y Engels no eran de esta forma. Utilizaban la ciencia de la dialéctica para entender cada caso con sus particularidades, nunca creaban un “manual de actuación” o un “dogma” en el que reflejar todos los casos. Como si fueran médicos, veían que pinta tenía la herida, su gravedad, si era una quemada o un arañazo y de esa forma podrían aplicar distinto tratamiento, pero siempre con el mismo objetivo, curarla.

Marx y Engels trataron dos problemas nacionales de forma muy clara, debido a que eran los que se daban en su época, la cuestión polaca y la cuestión irlandesa. Veamos un poco como trataron estos dos problemas. Sobre Irlanda, los dos pensadores del socialismo, apoyaron su libre derecho de autodeterminación, pero para ello debían de apoyarse en el proletariado británico (que en aquella época estaba representado por los cartistas), debía de buscar su complicidad. Marx y Engels criticaron de igual modo a los nacionalistas pequeño-burgueses de Irlanda, sus actos terroristas contra los proletarios británicos, como decía Engels: “¿qué idea es ésa de liberar Irlanda incendiando las sastrerías de Londres?” El método terrorista es una traición a la clase obrera, así ha sido denunciado no solo por Marx y Engels, sino también por Trotsky o Lenin, ya que niega la lucha de masas. Es cierto que en Irlanda no había un proletariado desarrollado como en Inglaterra, ya que era una sociedad fundamentalmente campesina, pero el terrorismo individual solo significó una oleada anti-irlandesa entre los propios proletarios ingleses, recordemos, en los que el pueblo irlandés tenía que apoyarse. La postura de Marx y Engels se fundamentó en el apoyo del derecho del pueblo irlandés a decidir su futuro, pero apoyándose en la clase obrera de la nación opresora, a la misma vez, se criticaba la deriva chovinista y terrorista de los pequeño-burgueses nacionalistas de Irlanda, y a la vez, las prácticas inglesas de represión sobre éstos.

Como ya hemos dicho anteriormente, Marx, subordina la cuestión nacional a la cuestión de clase, e incluso podríamos decir, a la revolución proletaria internacional o europea. El caso de Polonia lo explica, puesto que Marx apoyaba la independencia de este país por motivos únicamente tácticos. La Rusia zarista de la época no contaba aún con clase obrera en la que apoyarse (como en el caso de Irlanda con los cartistas), en la que buscar un aliado internacionalista, por lo que los polacos debían de combatir por su independencia y salvar al resto de Europa de la reacción zarista. Es decir, Marx, apoyaba la independencia de Polonia (aún guiada esta por una turba de reaccionarios Popes y terratenientes) por motivos de táctica revolucionaria en Europa. ¡Qué es esto sino subordinación de la causa nacional a la causa de clase! Esto sí que es ser revolucionario. De tal forma obraba Marx, apoyaba la independencia en un lugar, pero en otro no lo hacía. ¿Cómo puede ser esto? Pues porque analizaba la situación y valoraba si la independencia supondría un avance hacia el socialismo y un golpe a la reacción. Así dedujo que el caso polaco era un golpe contra la reacción zarista, por eso lo apoyó, y vio los movimientos separatistas balcánicos como una maniobra de expansión de Rusia, por lo tanto, no los apoyó.

¿Cómo podemos resumir la postura de Marx y de Engels? Análisis detallado de las condiciones del país, preguntarse si la independencia o la separación supondrá un paso adelante para la revolución, si la respuesta es positiva, si, si es negativa, no. Así de sencillo, aún así, siempre respetando el derecho de hacer esta consulta a los pueblos.

Lenin y la postura bolchevique:

La cuestión nacional en Rusia era particularmente compleja. Un 43% de la población dominaba al 57% restante, lo cual era desconcertante, los gran rusos (Lenin lo era) dominaban a ucranianos (como Trotsky), finlandeses, georgianos (como Stalin)…etc. ¿Cuál es la postura de Lenin? La postura de Lenin es la de todo marxista, reconocer el derecho de libre determinación, pero unirlo al objetivo primordial, la revolución y el socialismo. Para Lenin, la cuestión nacional era un apéndice de la lucha de clases, un problema que debía de ser resuelto por los proletarios y no por las minorías burguesas nacionalistas. El proletariado debía de ser internacionalista, debía de buscar lazos de unión y tejer fraternidad con los otros pueblos del mundo, y para ello, es de imperiosa necesidad dejar que todos los pueblos tengan el derecho a disponer de sí mismos. Aunque la postura principal era la siguiente:

Quien quiera servir al proletariado deberá unir a los obreros de todas las naciones, luchando invariablemente contra el nacionalismo burgués, tanto contra el propio como contra el ajeno

Vamos a detallar un poco más todo esto. Lenin y los bolcheviques creían firmemente en que ningún pueblo podía ser libre mientras oprimiese a otro pueblo, esto es fundamental, por tanto, estaban en contra de cualquier tipo de opresión nacional (lingüística, territorial, política, cultural…etc.) Pero a la vez que mantenían esta postura insistían en el punto que he señalado anteriormente, o sea: luchar contra el nacionalismo burgués, tanto el propio como el ajeno. Es decir, independencia de clase. Jamás dar a la burguesía el placer de ir de la mano con el proletariado. Hay que mantener una posición diferenciada de los nacionalistas pequeño-burgueses (tanto opresores como oprimidos).

Imaginemos un pueblo oprimido por otro. ¿Cuál debe ser la postura de los proletarios de la nación opresora? Denunciar esta opresión, es decir, declarar que su burguesía oprime a un pueblo hermano, lo oprime nacionalmente, y no lo apoyan, sino que luchan contra esta opresión. ¿Cuál debe ser la postura de los proletarios oprimidos? Denunciar la opresión ejercida por los capitalistas extranjeros y propios, y no solo eso, desligarse de los chovinistas burgueses independentistas y buscar la alianza con la clase obrera de la nación opresora. ¿A que llevan estas posiciones? A la unión de los obreros de las dos nacionalidades, a su hermandad revolucionaria. Lenin siempre hablaba de que todo lo que no fuese la búsqueda final de la unión de los pueblos era caer en “el filisteismo nacionalista.”

“El proletariado no puede apoyar ningún afianzamiento del nacionalismo; por el contrario, apoya todo lo que contribuye a borrar las diferencias nacionales y a derribar las barreras nacionales, todo lo que sirve para estrechar más y más los vínculos entre las nacionalidades, todo lo que conduce a la fusión de las naciones. Obrar de otro modo equivaldría a pasarse al lado del reaccionario filisteísmo nacionalista”

La lucha para la liberación nacional, para Lenin, consistía en la unión revolucionaria de los pueblos oprimidos y opresores bajo la bandera del socialismo. La postura bolchevique respecto a la cuestión de las nacionalidades tenía dos puntos clave: el reconocimiento de libre determinación de los pueblos (pero subordinando esta cuestión a la lucha de clases y separándose de la burguesía nacionalista) y la férrea disciplina del partido obrero. El camarada Trotsky (que trató en sus obras la cuestión ucraniana) explica esto de la siguiente forma:

Lenin había calculado con suficiente anticipación el carácter inevitable de los movimientos nacionales centrífugos en Rusia, y durante años había luchado obstinadamente, especialmente contra Rosa Luxemburgo, por el famoso párrafo 9 del viejo programa del partido, que formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí mismas […] La política del bolchevismo en la cuestión nacional tenía otro aspecto, que , aunque aparentemente estaba en contradicción con el primero, lo completaba en realidad. En el marco del partido, y en general de las organizaciones obreras, el bolchevismo aplicaba el más riguroso centralismo, luchando implacablemente contra todo contagio nacionalista susceptible de enfrentar o dividir a los obreros

O sea, por un lado, derecho de libre determinación de los pueblos, por otro, centralismo en el partido sin dejar que influyan los “contagios nacionalistas susceptibles de enfrentar o dividir a los obreros”. Esta es la posición bolchevique. El primer punto, el de la libre determinación (párrafo 9 del programa bolchevique) ya lo hemos tratado, hemos dicho que se apoyaba la consulta sobre la libre determinación, aunque para dar un sí o un no se subordinaría la cuestión a la lucha de clases y a la solidaridad entre los obreros.  El segundo punto trata de la centralidad de las organizaciones revolucionarias con independencia de “particularidades” nacionales. El propio Bund judío trató de separar a los obreros judíos del resto, a lo que Lenin se opuso fervientemente:

A los enconos nacionales de los distintos partidos burgueses en torno a las cuestiones del idioma, etc., la democracia obrera opone la reivindicación de unidad incondicional y fusión completa de los obreros de todas las nacionalidades en todas las organizaciones obreras

Es decir, Lenin considera que el hecho de fundir a los proletarios de distintas naciones y lenguas en un único partido es una señal de democracia obrera, mientras que considera que dividir el partido del proletariado en terruños de lengua o de nacionalidad es propio de partidos burgueses.

¿El derecho de libre determinación implica separatismo?

El libro de Trotsky sobre la revolución rusa contiene un capítulo entero donde trata la cuestión de las nacionalidades. En este capítulo hay un párrafo que hemos citado en parte anteriormente, pero que ahora merece la pena verlo entero:

Lenin había calculado con suficiente anticipación el carácter inevitable de los movimientos nacionales centrífugos en Rusia, y durante años había luchado obstinadamente, especialmente contra Rosa Luxemburgo, por el famoso párrafo 9 del viejo programa del partido, que formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí mismas, es decir, a separarse completamente del estado. Con ello, el partido bolchevique no se comprometía en ningún modo a hacer propaganda separatista

La parte resaltada (por mí) en negrita aclara la pregunta que da título a este apartado. Es cierto que el artículo completo contesta a la pregunta, pero me parece muy importante aclararlo de una forma más específica. Actualmente, muchos marxistas que me he encontrado o con los que he debatido este tema te sacan rápidamente el, “respeta el derecho de libre determinación de los pueblos, es el ABC del marxismo”, a lo que no me queda otra cosa que responder que: “la libre determinación no implica que tenga que estar a favor de la separación si creo que ésta supondrá un paso atrás en la lucha de clases”. Algunos ven en el reconocimiento a libre determinación carta blanca para justificar sus ilusiones nacionalistas o chovinistas, que nada tienen en común con el marxismo, pero no caen en considerar que Marx o Engels no apoyaron todas las propuestas separatistas que se daban en su época, aunque reconocían el derecho “democrático” (que no socialista) de una sociedad a decidir sobre este problema.

No solo Marx y Engels plantean así esta cuestión, también lo hace Lenin en el siguiente párrafo:

"El reconocimiento del derecho a la autodeterminación ‘hace al juego’ al ‘más rabioso nacionalismo burgués’, asegura el señor Semkovski. Eso es una puerilidad, pues el reconocimiento de este derecho no excluye en modo alguno que se haga propaganda y agitación contra la separación y se denuncie el nacionalismo burgués. En cambio, lo que sí está fuera de toda duda es que la negación del derecho a la separación ‘hace el juego’ al ¡más rabioso nacionalismo gran ruso de las centurias negras".

No puede haber nada más claro y cristalino que este párrafo para contestar a los nacional-chovinistas. El derecho a reconocer la libre determinación de un pueblo no excluye la propaganda contra la separación, pero el hecho de no reconocer este derecho, le hace el juego al nacionalismo opresor. La postura correcta, la marxista, es la de reconocer el derecho, estudiar el caso detenidamente, analizar cómo afectará al desarrollo de la lucha de clases (positivo o negativo) y en consecuencia, actuar. Y en el caso que se actue, hacerlo siempre con la consigna internacionalista en los labios.

“¡Proletarios de todos los países, uníos!”

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