Introducción:
¿Es
la cuestión de las nacionalidades un problema a tratar por los
marxistas-leninistas? Es obvio que si, cualquiera que no de importancia a este
tema no entiende nada sobre el marxismo. Puede aparecer algún revolucionario
que sentencie simplemente “Los obreros no
tienen patria” y de esta forma, evitar la problemática real que supone la
cuestión nacional para los pueblos. A parte de ser una forma poco dialéctica de
tratar el asunto (o sea, eludirlo) supone una franca traición a la clase
obrera. Hay obreros que, legítimamente, tienen aspiraciones nacionales
concretas, por lo que sería una negligencia abandonarlos a su suerte y
simplemente negar estas aspiraciones. Lo primero que debe de hacer un marxista
es bajar al terreno político de la clase obrera, con sus viciados esquemas a
veces, y luchar en el barro, intentar transformar estas reivindicaciones
nacionales en un impulso hacia el socialismo. A mi modo de ver, los
bolcheviques, consiguieron armonizar su programa revolucionario con las
aspiraciones nacionales de los pueblos oprimidos bajo el zarismo, cosa que les
permitió ganar para la causa socialista a millones de obreros oprimidos por el
nacionalismo “gran ruso”. Es de vital
importancia este tema allá donde haya conflicto nacional, donde exista una
nacionalidad que oprima a otra debe de existir un partido proletario en ambas,
que denuncie esta situación. Lenin formaba parte de la minoría opresora (apenas
había un 43% de gran rusos) pero admitió, como no podía ser de otra forma, que
ningún pueblo puede ser libre mientras oprima a hermanos de otras
nacionalidades. La posición leninista se basaba en dos puntos básicos y
aparentemente antagónicos: el reconocimiento del derecho de autodeterminación y
el más férreo centralismo y disciplina revolucionaria dentro del partido. Esta
táctica, que veremos más extensamente luego, es la que hemos de seguir los
revolucionarios, es la base de la posición del socialismo científico sobre este
importante tema.
Orígenes de las naciones actuales:
Las
naciones burguesas en Europa son un invento de poco más de 200 años, no hay que
buscar tan atrás en la historia (con ciertas excepciones). Alemania e Italia
son dos claros ejemplos. La burguesía necesitaba, para su mejor reacomodamiento,
un marco territorial unificado, estable, que le permitiera la comodidad en sus
transacciones, por ello el inicio de las naciones burguesas hay que buscarlo
con la consolidación de la burguesía como clase dominante. Cuando la burguesía
tuvo capacidad de imponer sus normas (después de las revoluciones francesa y
americana) pudo exigir la creación de estados nacionales que le facilitaran las
cosas. Marx y Engels veían esto como un avance positivo hacia el socialismo, lo
veían como una oportunidad de unir las luchas y las organizaciones obreras
(almenos en el caso Prusiano). En aquella época, la construcción nacional tenía
un carácter progresivo, ya que veníamos del feudalismo, de los imperios y de
los terruños. Así Marx y Engels decían:
"Este
hecho simplifica la situación; facilita la revolución, dejará a un lado las
reyertas entre los capitales insignificantes y en cualquier caso acelerará el
desarrollo... El movimiento absorberá todos los estados minúsculos, cesarán las
perniciosas influencias locales y los partidos serán no sólo locales sino
nacionales... en mi opinión debemos aceptar el hecho, sin justificarlo, y
utilizar tanto como sea posible las mayores facilidades para la organización y
unificación nacional del proletariado alemán”
Como hemos visto, los pensadores socialistas veían
la realidad de una forma dialéctica, es decir, de cambio permanente y de
acercamiento hacia el socialismo, o si mas no, a las condiciones para que se
diera algún día. Es lógico para cualquiera, que si tenemos una Europa compuesta
de estados nación, donde la burguesía se pueda desarrollar con comodidad, será
más fácil llegar a una situación donde se pueda plantear el socialismo, ya que
el crecimiento de la burguesía va unido al fortalecimiento de la clase obrera.
Es cierto que el paso desde el feudalismo, los imperios y las tribus hasta el
estado-nación de la burguesía no fue plácido, hubo un periodo donde la
monarquía jugó un importante papel en lugares como Francia o España. Podríamos
decir que pasamos del feudalismo y de las formas más primitivas de organización
a una unificación (aún no burguesa) de las leyes y las burocracias, para
finalmente, pasar a un orden burgués de las cosas mediante las revoluciones
democrático-burguesas.
Marx y Engels:
En la primera parte de este artículo hemos hablado
de la necesidad de que los marxistas demos la importancia que merece a la
cuestión de las nacionalidades. Hay ciertos revolucionarios que simplemente
niegan este problema, establecen como su “única” prioridad la liberación
de la clase obrera, de esa forma, se cubren las espaldas para no abordar los
problemas reales de la clase trabajadora. Los obreros necesitan liberarse de la
burguesía, pero para ello, tal vez debamos de atender a sus reivindicaciones
actuales, quizá debamos de prestar atención y tratar de encauzar sus proclamas
y necesidades hacia el socialismo. Los anarquistas obran de esta forma, niegan
la problemática de las nacionalidades, únicamente aducen a que “la nación es
un invento burgués” (lo cual no es del todo cierto) y con eso olvidan el
tema. Marx y Engels no pensaban de esta forma, es decir, no obviaban los
problemas y las reivindicaciones de la clase obrera, intentaban escucharlos y
dirigirlos hacia el socialismo. El utopismo de algunos revolucionarios al
considerar que los trabajadores, espontáneamente, abandonaran los prejuicios
nacionales y se entregarán a su vanguardia es irreal. Marx y Engels no negaban
el problema de las nacionalidades, y eso les hizo ganarse a millones de
partidarios de todas las naciones (oprimidas y opresoras), pero el hecho de
reconocer este problema no entró en contradicción con el hecho de que siempre
fuese tratado como un elemento de la lucha de clases.
La
forma que tenían de tratar el tema de las nacionalidades era totalmente
dialectico materialista, o sea, que analizaban la realidad en un lugar y
momento determinado, y en base a esta, actuaban y aplicaban en consecuencia.
Algunos otros revolucionarios simplemente trataban de elaborar un programa
detallado, donde se expusieran unas normas “fijas” (es decir, anti-dialécticas)
que no permitían un análisis científico de la realidad social. Marx y Engels no
eran de esta forma. Utilizaban la ciencia de la dialéctica para entender cada
caso con sus particularidades, nunca creaban un “manual de actuación” o un “dogma”
en el que reflejar todos los casos. Como si fueran médicos, veían que pinta
tenía la herida, su gravedad, si era una quemada o un arañazo y de esa forma
podrían aplicar distinto tratamiento, pero siempre con el mismo objetivo,
curarla.
Marx y Engels trataron dos problemas nacionales de
forma muy clara, debido a que eran los que se daban en su época, la cuestión
polaca y la cuestión irlandesa. Veamos un poco como trataron estos dos
problemas. Sobre Irlanda, los dos pensadores del socialismo, apoyaron su libre
derecho de autodeterminación, pero para ello debían de apoyarse en el
proletariado británico (que en aquella época estaba representado por los
cartistas), debía de buscar su complicidad. Marx y Engels criticaron de igual
modo a los nacionalistas pequeño-burgueses de Irlanda, sus actos terroristas
contra los proletarios británicos, como decía Engels: “¿qué idea es ésa de liberar Irlanda incendiando las sastrerías de
Londres?” El método terrorista es una traición a la clase obrera, así ha
sido denunciado no solo por Marx y Engels, sino también por Trotsky o Lenin, ya
que niega la lucha de masas. Es cierto que en Irlanda no había un proletariado
desarrollado como en Inglaterra, ya que era una sociedad fundamentalmente
campesina, pero el terrorismo individual solo significó una oleada
anti-irlandesa entre los propios proletarios ingleses, recordemos, en los que
el pueblo irlandés tenía que apoyarse. La postura de Marx y Engels se
fundamentó en el apoyo del derecho del pueblo irlandés a decidir su futuro,
pero apoyándose en la clase obrera de la nación opresora, a la misma vez, se
criticaba la deriva chovinista y terrorista de los pequeño-burgueses
nacionalistas de Irlanda, y a la vez, las prácticas inglesas de represión sobre
éstos.
Como ya hemos dicho anteriormente, Marx, subordina
la cuestión nacional a la cuestión de clase, e incluso podríamos decir, a la
revolución proletaria internacional o europea. El caso de Polonia lo explica,
puesto que Marx apoyaba la independencia de este país por motivos únicamente
tácticos. La Rusia zarista de la época no contaba aún con clase obrera en la
que apoyarse (como en el caso de Irlanda con los cartistas), en la que buscar
un aliado internacionalista, por lo que los polacos debían de combatir por su
independencia y salvar al resto de Europa de la reacción zarista. Es decir,
Marx, apoyaba la independencia de Polonia (aún guiada esta por una turba de
reaccionarios Popes y terratenientes) por motivos de táctica revolucionaria en
Europa. ¡Qué es esto sino subordinación de la causa nacional a la causa de
clase! Esto sí que es ser revolucionario. De tal forma obraba Marx, apoyaba la
independencia en un lugar, pero en otro no lo hacía. ¿Cómo puede ser esto? Pues
porque analizaba la situación y valoraba si la independencia supondría un
avance hacia el socialismo y un golpe a la reacción. Así dedujo que el caso
polaco era un golpe contra la reacción zarista, por eso lo apoyó, y vio los
movimientos separatistas balcánicos como una maniobra de expansión de Rusia,
por lo tanto, no los apoyó.
¿Cómo podemos resumir la postura de Marx y de
Engels? Análisis detallado de las condiciones del país, preguntarse si la
independencia o la separación supondrá un paso adelante para la revolución, si
la respuesta es positiva, si, si es negativa, no. Así de sencillo, aún así,
siempre respetando el derecho de hacer esta consulta a los pueblos.
La cuestión nacional en Rusia era particularmente
compleja. Un 43% de la población dominaba al 57% restante, lo cual era
desconcertante, los gran rusos (Lenin lo era) dominaban a ucranianos (como
Trotsky), finlandeses, georgianos (como Stalin)…etc. ¿Cuál es la postura de
Lenin? La postura de Lenin es la de todo marxista, reconocer el derecho de
libre determinación, pero unirlo al objetivo primordial, la revolución y el
socialismo. Para Lenin, la cuestión nacional era un apéndice de la lucha de
clases, un problema que debía de ser resuelto por los proletarios y no por las
minorías burguesas nacionalistas. El proletariado debía de ser
internacionalista, debía de buscar lazos de unión y tejer fraternidad con los
otros pueblos del mundo, y para ello, es de imperiosa necesidad dejar que todos
los pueblos tengan el derecho a disponer de sí mismos. Aunque la postura
principal era la siguiente:
“Quien quiera
servir al proletariado deberá unir a los obreros de todas las naciones,
luchando invariablemente contra el nacionalismo burgués, tanto contra el propio
como contra el ajeno”
Vamos a detallar un poco más todo esto. Lenin y los
bolcheviques creían firmemente en que ningún pueblo podía ser libre mientras
oprimiese a otro pueblo, esto es fundamental, por tanto, estaban en contra de
cualquier tipo de opresión nacional (lingüística, territorial, política,
cultural…etc.) Pero a la vez que mantenían esta postura insistían en el punto
que he señalado anteriormente, o sea: luchar contra el nacionalismo burgués,
tanto el propio como el ajeno. Es decir, independencia de clase. Jamás dar a la
burguesía el placer de ir de la mano con el proletariado. Hay que mantener una
posición diferenciada de los nacionalistas pequeño-burgueses (tanto opresores
como oprimidos).
Imaginemos un pueblo oprimido por otro. ¿Cuál debe
ser la postura de los proletarios de la nación opresora? Denunciar esta
opresión, es decir, declarar que su burguesía oprime a un pueblo hermano, lo
oprime nacionalmente, y no lo apoyan, sino que luchan contra esta opresión.
¿Cuál debe ser la postura de los proletarios oprimidos? Denunciar la opresión
ejercida por los capitalistas extranjeros y propios, y no solo eso, desligarse
de los chovinistas burgueses independentistas y buscar la alianza con la clase obrera
de la nación opresora. ¿A que llevan estas posiciones? A la unión de los
obreros de las dos nacionalidades, a su hermandad revolucionaria. Lenin siempre
hablaba de que todo lo que no fuese la búsqueda final de la unión de los
pueblos era caer en “el filisteismo
nacionalista.”
“El proletariado no
puede apoyar ningún afianzamiento del nacionalismo; por el contrario, apoya
todo lo que contribuye a borrar las diferencias nacionales y a derribar las
barreras nacionales, todo lo que sirve para estrechar más y más los vínculos
entre las nacionalidades, todo lo que conduce a la fusión de las naciones.
Obrar de otro modo equivaldría a pasarse al lado del reaccionario filisteísmo nacionalista”
La lucha para la liberación nacional, para Lenin,
consistía en la unión revolucionaria de los pueblos oprimidos y opresores bajo
la bandera del socialismo. La postura bolchevique respecto a la cuestión de las
nacionalidades tenía dos puntos clave: el reconocimiento de libre determinación
de los pueblos (pero subordinando esta cuestión a la lucha de clases y separándose
de la burguesía nacionalista) y la férrea disciplina del partido obrero. El
camarada Trotsky (que trató en sus obras la cuestión ucraniana) explica esto de
la siguiente forma:
“Lenin había
calculado con suficiente anticipación el carácter inevitable de los movimientos
nacionales centrífugos en Rusia, y durante años había luchado obstinadamente,
especialmente contra Rosa Luxemburgo, por el famoso párrafo 9 del viejo
programa del partido, que formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí
mismas […] La política del bolchevismo en la cuestión nacional tenía otro
aspecto, que , aunque aparentemente estaba en contradicción con el primero, lo
completaba en realidad. En el marco del partido, y en general de las
organizaciones obreras, el bolchevismo aplicaba el más riguroso centralismo,
luchando implacablemente contra todo contagio nacionalista susceptible de
enfrentar o dividir a los obreros”
O sea, por un lado, derecho de libre determinación
de los pueblos, por otro, centralismo en el partido sin dejar que influyan los “contagios nacionalistas susceptibles de
enfrentar o dividir a los obreros”. Esta es la posición bolchevique. El
primer punto, el de la libre determinación (párrafo 9 del programa bolchevique)
ya lo hemos tratado, hemos dicho que se apoyaba la consulta sobre la libre
determinación, aunque para dar un sí o un no se subordinaría la cuestión a la
lucha de clases y a la solidaridad entre los obreros. El segundo punto trata de la centralidad de
las organizaciones revolucionarias con independencia de “particularidades” nacionales. El propio Bund judío trató de separar
a los obreros judíos del resto, a lo que Lenin se opuso fervientemente:
“A los enconos
nacionales de los distintos partidos burgueses en torno a las cuestiones del
idioma, etc., la democracia obrera opone la reivindicación de unidad incondicional
y fusión completa de los obreros de todas
las nacionalidades en todas las organizaciones obreras”
Es decir, Lenin considera que el hecho de fundir a
los proletarios de distintas naciones y lenguas en un único partido es una
señal de democracia obrera, mientras que considera que dividir el partido del
proletariado en terruños de lengua o de nacionalidad es propio de partidos
burgueses.
¿El derecho de libre
determinación implica separatismo?
El libro de Trotsky sobre la revolución rusa
contiene un capítulo entero donde trata la cuestión de las nacionalidades. En
este capítulo hay un párrafo que hemos citado en parte anteriormente, pero que
ahora merece la pena verlo entero:
“Lenin había
calculado con suficiente anticipación el carácter inevitable de los movimientos
nacionales centrífugos en Rusia, y durante años había luchado obstinadamente,
especialmente contra Rosa Luxemburgo, por el famoso párrafo 9 del viejo
programa del partido, que formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí
mismas, es decir, a separarse completamente del estado. Con ello, el partido bolchevique no se comprometía en
ningún modo a hacer propaganda separatista”
La parte resaltada (por mí) en negrita aclara la
pregunta que da título a este apartado. Es cierto que el artículo completo
contesta a la pregunta, pero me parece muy importante aclararlo de una forma más
específica. Actualmente, muchos marxistas que me he encontrado o con los que he
debatido este tema te sacan rápidamente el, “respeta
el derecho de libre determinación de los pueblos, es el ABC del marxismo”,
a lo que no me queda otra cosa que responder que: “la libre determinación no implica que tenga que estar a favor de la
separación si creo que ésta supondrá un paso atrás en la lucha de clases”.
Algunos ven en el reconocimiento a libre determinación carta blanca para
justificar sus ilusiones nacionalistas o chovinistas, que nada tienen en común
con el marxismo, pero no caen en considerar que Marx o Engels no apoyaron todas
las propuestas separatistas que se daban en su época, aunque reconocían el derecho “democrático”
(que no socialista) de una sociedad a decidir sobre este problema.
No solo Marx y Engels plantean así esta cuestión,
también lo hace Lenin en el siguiente párrafo:
"El reconocimiento del
derecho a la autodeterminación ‘hace al juego’ al ‘más rabioso nacionalismo
burgués’, asegura el señor Semkovski. Eso es una puerilidad, pues el
reconocimiento de este derecho no
excluye en modo alguno que se haga propaganda y agitación contra la separación y se denuncie el
nacionalismo burgués. En cambio, lo que sí está fuera de toda duda es que la
negación del derecho a la
separación ‘hace el juego’ al ¡más
rabioso nacionalismo gran ruso
de las centurias negras".
No puede haber nada más claro y cristalino que este
párrafo para contestar a los nacional-chovinistas. El derecho a reconocer la
libre determinación de un pueblo no excluye la propaganda contra la separación,
pero el hecho de no reconocer este derecho, le hace el juego al nacionalismo opresor.
La postura correcta, la marxista, es la de reconocer el derecho, estudiar el
caso detenidamente, analizar cómo afectará al desarrollo de la lucha de clases
(positivo o negativo) y en consecuencia, actuar. Y en el caso que se actue,
hacerlo siempre con la consigna internacionalista en los labios.
“¡Proletarios de todos los países, uníos!”
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