Los comunistas y los obreros en
general tenemos como último enemigo al capital, esto está bastante claro, pero
no implica que sea nuestro único enemigo. El capitalismo no se sostiene por sí
solo, requiere legitimidad política, de ahí todas las ideologías burguesas que
le dan cancha (liberalismo, socialdemocracia, revisionismo…etc.) ¿Podemos meter
al anarquismo entre ellas? ¿Podemos incluir al anarquismo como una ideología,
que de la forma que sea, ayuda al capital? Algunos comunistas así lo han
sostenido. Se puede argumentar que el anarquismo debido a su carácter poco
científico y nada analítico ayuda de forma indirecta al capitalismo, ya que
divide a los obreros en su lucha. No sería la primera vez que los anarquistas
cometen actos de sedición o de traición, famosos son los casos de la
Internacional Libertaria o de los marinos de Kronstandt. Aún así, creo que sostener
estas posiciones basándonos en algunos casos aislados es poco marxista. El anarquismo,
a pesar de su errónea concepción de la lucha obrera ha sido un movimiento
importante y ha luchado con su sangre por la causa de los oprimidos. Los españoles
sabemos bien esto debido a nuestra guerra; fueron los camaradas de la CNT los
que el día 19 de Julio tenían toda Cataluña bajo su influencia. Solo su poca
altura de miras rechazando el poder impidió la revolución ese mismo día. El
motivo de este pequeño texto es analizar desde un punto de vista marxista la
concepción anarquista del estado, la lucha obrera, la autoridad y la economía
del estado proletario. Todo ello desde el respeto que se debe tener hacia una
corriente obrera que con sus errores (también los comunistas los hemos tenido)
lleva luchando más de 150 años por la liberación del proletariado.
La cuestión del estado para los
marxistas:
Hoy día la gente cree que el
estado moderno es como una especie de contrato social a lo Rousseau, piensan
que el estado es fruto del acuerdo de la sociedad. Engels en su “Origen de la
familia, la propiedad y el estado” analiza en sus primeros capítulos que esto
no es así. Ha habido sociedades que se las han arreglado sin estado, han podido
vivir (no importa el modo) sin esta organización política. Dice Engels sobre
los indios americanos (iroqueses):
“¡Admirable
constitución ésta de la gens, con toda su ingenua sencillez! Sin soldados,
gendarmes ni policía, sin nobleza, sin reyes, gobernadores, prefectos o jueces,
sin cárceles ni procesos, todo marcha con regularidad. Todas las querellas y
todos los conflictos los zanja la colectividad a quien conciernen, la gens o la
tribu, o las diversas gens entre sí; sólo como último recurso, rara vez
empleado, aparece la venganza, de la cual no es más que una forma civilizada
nuestra pena de muerte, con todas las ventajas y todos los inconvenientes de la
civilización. No hace falta ni siquiera una parte mínima del actual aparato
administrativo, tan vasto y complicado, aun cuando son muchos más que en
nuestros días los asuntos comunes, pues la economía doméstica es común para una
serie de familias y es comunista; el suelo es propiedad de la tribu, y los
hogares sólo disponen, con carácter temporal, de pequeñas huertas.”
Aquí Engels está describiendo a
una de estas sociedades que no conocían el poder del estado, que no se
organizaban mediante el estado o ninguna clase de estado. Alguno podrá
argumentar que estas relaciones de la gens son otro tipo de “estado”. El que
hable así no sabe nada del ABC del marxismo, ya que nada tiene que ver la gens
de los indios con un estado. En el propio texto de Engels leemos la gran
diferencia entre gens y estado: “Sin
soldados, gendarmes ni policía, sin nobleza, sin reyes, gobernadores, prefectos
o jueces, sin cárceles ni procesos” es decir, lo que diferencia a la gens
del estado y por tanto, lo que la convierte en “no estado”, es la ausencia de
represión de clases, lo que solo puede indicar algo, la ausencia de clases. El
estado para un marxista es el aparato represivo y administrativo de una clase
(la que ostente el poder), por tanto, si no existe este aparato, tampoco existe
la clase que lo posee. Es fácil ver esto. Los comunistas vemos en la
organización de la gens una especie de comunismo primitivo. Esto es lo que
Engels da a entender.
Esta es la visión marxista del
estado que todos conocemos, esta es la razón de ser de este aparato de clase.
El problema viene en que este aparato a veces cambia de mano. Hemos visto que
la clase dominante es la que tiene el poder del estado, lo cual nos induce a
pensar que los cambios en el estado vienen dados en los cambios en la clase dominante.
Es exactamente así. Los métodos del estado, la estructura, su organización,
leyes…etc. vienen determinados por dos cosas: la clase que detente el poder y
el grado de lucha de clases existente. Esto quiere decir que el estado
absolutista marcaba las reglas de juego en tanto los intereses de la nobleza,
el clero y otras clases, pero también podía introducir modificaciones en la
estructura represiva si la lucha de clases se agudizaba. Es decir, el estado
(lo ostente quien lo ostente) puede tener una personalidad flexible, un ejemplo
de esto son los estados del bienestar introducidos en Europa ante la amenaza de
una rebelión proletaria.
Así como el estado absolutista
fue derrocado en la revolución francesa, el estado burgués, que salió de esta
misma revolución, será sustituido por el estado proletario. ¿Qué es el estado
proletario? ¿En que basa este estado su poder? El estado proletario es la
organización política del proletariado, es la toma del poder político y la
dirección de este para consolidarse y hacer valer sus intereses. El poder del
proletariado se basará (por primera vez en la historia) en la inmensa mayoría
de la base social, en el proletariado y campesinado. La clase en el poder será
la clase mayoritaria, no como hasta ahora.
La primera tarea de los
proletarios será la de declarar el terror contra la contrarrevolución, declarar
la guerra de clase a la reacción, a los elementos subversivos que se nieguen a
la dictadura del proletariado. Estos elementos reaccionarios serán la burguesía
y los deshechos de la antigua sociedad. Contra ellos, la respuesta del pueblo
obrero debe ser dura, en la medida que sea de duro el ataque de la
contrarrevolución. Muchas veces en la historia, en situaciones de naciente
poder proletario, estos, no han sabido implantar el terror contra la
contrarrevolución, y lo han pagado caro. Es el caso de la Comuna de París, que
dejó escapar vivo al gobierno de Thiers y lo acabó pagando con su destrucción.
Por ello es esencial dar un golpe duro a la contrarrevolución. ¿Cómo ha de
hacerse? ¿Cómo los obreros podrán destruir la amenaza contrarrevolucionaria?
Algunos ingenuos pensarán: “los obreros son mayoría, lo podrán conseguir sin
problemas”, este argumento olvida que los obreros han sido mayoría por más de
150 años y jamás han conseguido destruir el capitalismo en toda Europa (salvo
excepciones que todos conocemos). Por tanto, parece ser que no basta con ser
mayoría para aplastar a la burguesía. Se necesita una organización, un
mecanismo, unas armas, una disciplina, una coordinación, o lo que es lo mismo,
un estado. El proletariado conseguirá arrebatar el poder a la burguesía
utilizando las mismas armas que le han servido a esta para sojuzgar al
proletariado, es decir, el estado.
Esto concuerda claramente con la
definición leninista de estado (el arma de una clase sobre otra) lo que ocurre,
es que en este caso será el proletariado quien lo use y no quien lo sufra. Los
burgueses y contrarrevolucionarios se encontrarán siendo juzgados por los
mismos tribunales que ellos crearon, encarcelados en sus cárceles y si hace
falta ajusticiados por sus ejércitos permanentes (debidamente disueltos y
reconvertidos en milicias obreras).
El objetivo de esta política
represiva por parte del proletariado va encaminada a un único objetivo, la supervivencia
de la revolución. ¡Cuidado! Digo, la revolución, no el estado revolucionario.
Una vez destruida la clase explotadora, o integrada en la población, una vez
desarrolladas las fuerzas productivas bajo un plan general, una vez reorientada
la economía hacia las necesidades, las clases irán desapareciendo por completo
y con ellas, la necesidad del estado obrero. Llegará el día en que el
socialismo habrá conseguido resolver prácticamente los problemas materiales de
la mayoría; el problema de la vivienda, asistencia médica, educación gratuita,
seguridad, democracia y economía. En este momento, ligado el estado como está a
la existencia de los antagonismos de clase, desaparecerá gradualmente, llegando
por fin a la sociedad en la que podremos decir: “cada cual según sus méritos y
según su hambre”.
La cuestión del estado para los
anarquistas:
Los anarquistas comparten con los
comunistas la crítica acérrima al estado, pero ellos creen ver más allá de
esta. Para los anarquistas, la opresión del capitalismo mediante el estado es
repugnante, por esto, según ellos, el proletariado no puede servirse de la
herramienta de opresión, por ser detestable y antiobrera: “lo que ha servido para reprimir no puede servir para liberar”. Los
anarquistas rechazan toda violencia organizada en el marco del estado (no
importando de que clase sea este estado) y rechazan también toda disciplina y
autoridad, o lo que es lo mismo, rechazan la política. Esto los convierte en
grandes utopistas. ¿Cómo pretenden los anarquistas aniquilar la reacción sin
tomar el poder estatal en sus manos? Ellos dicen que no hace falta, dicen que
el poder estatal no debe ser tomado, debe ser destruido. Esta situación nos
lleva a plantear lo siguiente: ¿Cuál es
la actitud de los anarquistas ante un estado obrero? Recordemos que según los
más acérrimos antiautoritatios, el estado obrero no existe, ya que por el
simple hecho de ocupar el poder estatal, el proletariado, crea una casta
burocrática que acaba irremediablemente barriendo la revolución o
traicionándola. Este argumento se parece bastante al argumento de los
pensadores burgueses que braman como animales contra la imposibilidad del estado
obrero. Pero entonces ¿Cómo afrontan los anarquistas la experiencia de la
Comuna de París o de la Rusia Soviética (mientras fue soviética)?
Los anarquistas se ven ante un
verdadero brete teórico con la Comuna parisina, puesto que según ellos, un estado
no puede ser obrero. Los anarquistas
resolvieron este problema manipulando la imagen de la Comuna. No reconocieron
ni reconocen que la experiencia de los communards se manifestó en un estado obrero, por contra, dicen
que fue ¡una comuna anarquista! Ya dijo Engels, sobre los anarquistas, algo que
me servirá a mí para esta ocasión: “esta
gente cree poder cambiar la cosa con cambiarle el nombre”. Los anarquistas,
para no tener que reconocer un fallo teórico en sus posiciones “antiautoritarias”,
intentan hacer creer que la Comuna Parisina fue una experiencia comunal
anarquista y por tanto, no estatal. Lo cierto es que fué el embrión de un nuevo
estado obrero que se hubiera extendido por Francia de no ser porque las hienas
de Thiers lo ahogaron en sangre.
El otro estado proletario, éste,
indiscutiblemente estado, se da en la Rusia de 1917. En 1917, Lenin y los
obreros de Petrogrado, como vanguardia de todos los obreros y campesinos de
Rusia, toman el poder en sus manos y se lo entregan a los Soviets (organizaciones estatales del proletariado y los campesinos). Esta
situación debe de suponer un verdadero quebradero de cabeza para un anarquista.
¿Cómo reconocer que el proletariado se quita las cadenas, no solo tomando el
poder del estado y entregándolo a sus organizaciones, sino que además, lo hace
bajo la dirección política de un partido (el bolchevique)? Es indiscutible que
los inicios de la Revolución de Octubre y los años subsiguientes fueron años de
verdadero poder obrero en la dirección del estado. La Guerra Civil no fue otra
cosa que la lucha contra la reacción. Esta lucha le costó al pueblo ruso
millones de muertos y de destrucciones ¡Y eso que tenían la maquinaria del
estado en sus manos, imaginemos si como dicen los anarquistas la hubieran
rechazado por “autoritaria”!
¿Se hubiera podido aniquilar a la
contrarrevolución zarista solo con la acción descoordinada de las masas? ¿Los
obreros y soldados hubieran podido barrer a la burguesía del mapa y organizar
el socialismo sin la toma del estado como los anarquistas proclaman? ¡No! De
ninguna manera. A pesar de estos argumentos que son de simple lógica, muchos
anarquistas se opusieron al poder soviético por considerarlo “poder”,
“autoridad”, “estado”. Otros un poco más inteligentes se declararon a favor del
poder proletario en tanto que luchara contra la reacción (estos, estaban
reconociendo tácitamente la existencia de un poder obrero estatal, cosa que el
anarquismo negaba). De todas maneras, la revolución de Rusia fue un golpe duro
en la línea de flotación teórica de los anarquistas.
La diferencia clave entre el marxismo
y el anarquismo respecto a la cuestión del estado y la revolución la explica de
forma sintética pero adecuada el señor Kropotkin:
“Los que esperan efectuar la revolución social dentro del Estado,
[aquí se refiere a los comunistas, aunque niego la
mayor] manteniendo la mayor parte de sus atribuciones,
hasta ampliándolas y utilizándolas a beneficio de la revolución. De otra hay
los que, como nosotros los anarquistas, ven en el Estado, no solamente en su
forma actual, sino hasta en su esencia y bajo todas las formas que podría
revestir [incluyendo por tanto el estado
proletario] , un obstáculo para la revolución social, un obstáculo por
excelencia para el desarrollo de una sociedad basada en la igualdad y en la
libertad ; una forma histórica para prevenir este florecimiento, y que
trabajan, por consiguiente, para abolir y no para reformar el Estado. Como
veis, la división es profunda”
A
este párrafo de Kropotkin podríamos contestar con la visión irónica de Marx:
“Si la lucha política de la clase
obrera asume formas revolucionarias, si los obreros sustituyen la dictadura de
la clase burguesa con su dictadura revolucionaria, cometen un terrible delito
de leso principio, porque para satisfacer sus míseras necesidades materiales de
cada día, para vences la resistencia de la burguesía, dan al estado una forma
revolucionaria y transitoria en vez de deponer las armas y abolirlo”
En
este párrafo escrito en la Neue Zeit se ve perfectamente la doctrina marxista
de la “toma del poder del estado y de la
extinción gradual del mismo”, se entiende perfectamente cómo se contrapone
con la visión anarquista de “¡abolición
del estado y de toda autoridad, aunque la burguesía no esté derrotada
completamente!” Marx se burla de los anarquistas con este párrafo, a decir
verdad, parece la reprimenda de un profesor a unos alumnos que se han pasado de
listos y que tratan de superarle por la izquierda.
¿Diferencia
insalvable?
Hemos
visto la diferencia entre los anarquistas y los comunistas a la hora de tratar
el tema del estado y de la revolución, lo podríamos resumir del siguiente modo:
los marxistas creemos en la necesidad de utilizar el estado para suprimir a la
burguesía y la contrarrevolución, además de para impulsar las medidas
socialistas más importantes, esto nos llevará a la extinción de los
antagonismos de clase y por tanto, del estado mismo. Los anarquistas no creen en
el uso del estado para consolidar e instalar las primeras piedras del
socialismo, la esencia misma de autoridad estatal (sin importar que clase la
ejerza) les es insoportable, por ello, preconizan la abolición de los antagonismos
de clase y del poder estatal inmediatamente. Como vemos, esta diferencia es muy
profunda y a pesar de que hay elementos históricos que nos dan la razón a los
comunistas, los antiautoritarios han hecho malabares para salvar sus teorías.
¿Hay algo más que demostrarles a los anarquistas después de la experiencia de
Octubre y la Comuna? ¿Pueden ellos enseñarnos alguna organización anarquista
que haya trascendido en la historia y que suponga algo más que pequeñas y
anecdóticas experiencias autodenominadas anarquistas? Los hechos están de parte
del socialismo científico.
Lo que haya trascendido en la historia es aquello que se arroga el carácter real de lo acontecido. Famoso es el caso bíblico de Ramses II quemando toda referencia a los judíos, y es famoso porque estos rescataron la historia reescribiéndola.
ResponderEliminarSi los judíos, por algún azar humano no se les hubiera ocurrido testimoniar sus calvarios y su adoración a ese dios, la historia probablemente hubiera salteado un hecho de gran trascendencia como lo es el éxodo de todo un pueblo esclavo, y más aún con la asombrosa guía de un tipo que puede llover ranas i abrir un mar.
¿A qué voy con esto? Que como dice una canción popular; "Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia"
En la "Rusia del sur" como le decían los bolcheviques a Ucrania, se había dado una revolución a la par de la revolución que usurparon los comunistas luego en Rusia, y un pequeño ejército comandado por un tal Néstor Makhno, hizo frente a toda clase de amenazas imperialistas desde el imperio Austro-Alemán hasta los ejércitos conformados por los señores de tierras que no querían perder sus privilegios o aprovechar la situación de disolución de poderes idos por los zares.
En la tierra libre de Ucrania (No recuerdo el nombre original pero se traduce como tierra libre) se organizó una sociedad entera en anarquía por dos años, gestando su propia educación, siguiendo el libro de educación emancipadora del español Ferrer i Guardia; y según se relata en la crónica hecha libro de Archinov "Historia del movimiento makhnovista" no hubo más que un pueblo organizado con felicidad y la sensación de libertad se respiraba cada día.
Al avanzar las fuerzas imperialistas que amenazaban esa paz y esa libertad, el pequeño ejército de campesinos y obreros se formó nuevamente. Pero había otra amenaza, la de los supuestos revolucionarios, con sus partidos, su conducción, su disciplina, su Estado, su enojo por ver al pueblo creando las condiciones en sus propias narices.
Como resultado el Estado bolchevique (Trotsky a la cabeza de la gesta cobarde y traidora) se ofreció a ayudar al ejército makhnovista a derrotar las varias amenazas, proveyendo armas y gente.
Una vez logrado, no los liberaron, para nada, no dejaron al pueblo aún libre como querían y sabían; no, fusilaron y persiguieron a todos quienes se opusieran a sus ridículas doctrinas dignas de filosofías onanistas de escritorio, cuyos cálculos matemáticos y métodos científicos los hacen eyacular en una especie de orgía intelectual sin parangón; ni siquiera comparable a las ideologías burguesas que aunque sea no pretenden disfrazarlas de emancipadoras.
Más allá de mi humorada, y mi grotesca forma de demostrar mi desdén al marxismo; considero tu artículo muy bueno, en el sentido de esclarecedor en muchos puntos, en los cuales no vamos a estar de acuerdo, pero esclarece los puntos de vista de cada quien en sus ideas.
Y finalizo redondeando el asunto de lo que trasciende en la historia. He allí una historia no contada por los héroes de la revolución humana; documentada a penas por un miembro de ese ejército, que en huidas, en emboscadas y luchas en campo, pudo conservar como se le dio, cada anotación, otras las perdió, pero finalmente pudo escribir esa crónica indispensable para entender quiénes eran los traidores de la emancipación humana y quiénes se adjudican la heroicidad cuando las herramientas y el poder les toca en las manos llenas de sangre ajena.
Publiqué como anónimo por cuestiones que no tienen que ver con Usted.