martes, 1 de noviembre de 2011

La Comuna de Paris



Este año 2011 va a pasar a la historia por varias razones, pero sin duda una de ellas es la existencia de 6 movimientos revolucionarios en los países árabes (Libia, Túnez, Egipto, Siria, Bahréin, Yemen) que han asombrado al mundo y han metido el miedo en el cuerpo de más de un sátrapa. Los comunistas hemos de aprender del carácter de estas revoluciones, nacidas de la espontaneidad y no del fanatismo religioso (como muchos fanáticos católicos achacan a los musulmanes). En todos los casos estas revoluciones han sido reconducidas con éxito, o bien por sus burguesías nacionales (Túnez), o bien por las extranjeras (Libia) o bien por sus ejércitos (Egipto). Aún así, es un paso al frente del pueblo árabe el quitarse el yugo de la opresión monárquica (ya querría yo eso para España) y incluso enfrentando con las armas a las fuerzas represoras. Países como Marruecos o Argelia han visto como se descafeinaban con mucho sus movimientos, pero sin duda las reformas constitucionales de la sanguijuela marroquí y del ladrón reaccionario de Buteflika anuncian que no han sido en vano.

Estos movimientos insurreccionales de hoy no tienen el carácter socialista que tuvieron los del siglo XIX y XX, almenos por el momento, pero esto es porque la izquierda está desecha y desconcertada y no sabe de qué lado posicionarse –ahí teníamos a Chávez (referente para la izquierda mundial, imaginaos como están las cosas) que lamentaba la muerte de Gadafi-. Sin duda los marxistas de verdad volveremos a formar partidos conscientes de su labor, desterrando arribismos y diplomacias secretas y llamando a las cosas por su nombre. Pero hasta que eso pase tendremos que presenciar atónitos como los capitalistas capitalizan (valga la redundancia) los frutos cosechados por los pueblos.

Por suerte, esto no ha sido siempre así, no siempre hemos tenido una izquierda con este grado de inoperancia y de debilidad, en el pasado un comunicado de determinadas asociaciones y partidos hacía temblar las “cabezas coronadas de Europa”. Como olvidar la revolución española, que hizo que muchos burgueses de Barcelona se quedasen en sus casas o se hicieran pasar por obreros al salir a las calles, o la gloriosa revolución de octubre, o las luchas anónimas de 1848 por todo el continente. Todos estos episodios son recordados por la clase obrera mundial, pero sin duda hay uno que anida en todos los corazones, incluso en el de los anarquistas: La Commune de Paris. Este fue, sin duda, el movimiento insurreccional más importante de su tiempo, por su carácter obrero y socialista y por su peligrosidad, poco tiempo la dejaron respirar los reaccionarios, poco mas de un mes, pero fue más que suficiente para hacer sudar a muchos burgueses de toda Europa.

La experiencia de la Comuna de Paris hay que encuadrarla en su contexto histórico, que no es otro que la Guerra Franco-Prusiana, en la que el sobrino de Napoleón Bonaparte (Napoleón III) declaró la guerra por conflictos territoriales a la Prusia de Bismarck (conflicto con la anexión de Luxemburgo, el trono de España…etc.) O sea, que fue una guerra imperialista, como todas las guerras del capital, y ante la que en palabras de Marx “la cosa parecía tan absurda que Francia no quería creer que aquello fuese realmente en serio”. Muchos diputados franceses anunciaron que la guerra con Prusia no era necesaria y era “detestable”, incluso el verdugo posterior de la Comuna, el sanguinario Adolphe Thiers se opuso en un principio a los créditos preliminares. ¿Cuál fue la respuesta de los obreros franceses ante la guerra sangrienta que se avecinaba? Pues la misma postura que tuvieron los bolcheviques ante la WWI, denunciar dicha guerra como un conflicto entre capitalistas:

"Una vez más, -- dicen --, bajo el pretexto del equilibrio europeo y del honor nacional, la paz del mundo se ve amenazada por las ambiciones políticas. ¡Obreros de Francia, de Alemania, de España! ¡Unamos nuestras voces en un grito unánime de reprobación contra la guerra! . . . ¡Guerrear por una cuestión de preponderancia o por una dinastía tiene que ser forzosamente considerado por los obreros como un absurdo criminal! ¡Contestando a las proclamas guerreras de quienes se eximen a sí mismos de la contribución de sangre y hallan en las desventuras públicas una fuente de nuevas especulaciones, nosotros, los que queremos paz, trabajo y libertad, alzamos nuestra voz de protesta. . . ¡Hermanos de Alemania! ¡Nuestras disensiones no harían más que asegurar el triunfo completo del despotismo en ambas orillas del Rin. . .! ¡Obreros de todos los países! Cualquiera que sea por el momento el resultado de nuestros esfuerzos comunes, nosotros, miembros de la Asociación Internacional de los Trabajadores, que no conoce fronteras, os enviamos, como prenda de una solidaridad indestructible, los buenos deseos y los saludos de los trabajadores de Francia".

(Diario Le Reveil, 2 de Julio, publicación de la AIT de París “A los obreros del mundo”)

No hace falta ni comentar el anterior texto impregnado de internacionalismo proletario, un internacionalismo que echo en falta con mucho hoy día por parte de algunos pseudomarxistas que no son más que chovinistas con careta. ¡Que aprendan de los comuneros parisinos! Aún con los esfuerzos de pacificación y llamadas a la desobediencia de los obreros las naciones mandaron a cientos de miles de sus compatriotas a masacrarse por cuestiones dinásticas y de diplomacia imperial. No nos detendremos aquí a hablar de la guerra franco-prusiana, primero porque yo mismo no se mucho de ella, así que diré únicamente lo que todo el mundo conoce, que el ataque francés fue rápidamente rechazado y Prusia consiguió dar la vuelta a la situación capturando incluso al emperador francés y exigiendo las regiones de Alsacia y Lorena así como la entrega de Paris. Así, la guerra llegó a su fin con casi medio millón de obreros desparramados por el centro de Europa y con Bismark más que feliz.

Después de la deshonrosa derrota francesa, y con el ejercito capturado o desecho, la ciudad de París se negaba a rendirse, esto era porque consideraba que el gobierno del Consejo de Defensa Nacional prefería una París derrotada por Prusia que una París de los obreros –así era en realidad-. Los burgueses de París encabezados por Thiers se trasladaron a las afueras de la ciudad para poder someterla a las órdenes de la Asamblea Nacional con más comodidad. La Guardia Nacional de París, milicia de obreros rebeldes ante Thiers, controlaba la capital y se negaba a aceptar el desarme que Thiers les quería imponer. Ante la salida de los burgueses de París, la ciudad quedó en manos de la milicia obrera que aprovecho la situación para tomar el poder en sus manos. La tentativa furibunda de la Asamblea Nacional de arrebatar las armas a la ciudad insurrecta acabó con la rebelión efectiva de todos los obreros parisinos y la salida de la ciudad de los reductos de la reacción. Esta acción traidora de Thiers se inició primeramente para restablecer el orden de la Asamblea Nacional a los 400 cañones que guardaba la Guardia Nacional en Montmarte, la tentativa, como hemos dicho acabó con las mujeres obreras confraternizando con los soldados asaltantes y el fusilamiento de algunos atacantes, sobretodo oficiales. Así comienza la Comuna de París.

Ante esta grave situación el único gobierno que quedaba en la ciudad fue el comité central de la Guardia Nacional que renunció a él y convocó elecciones para el 26 de Marzo.

Acciones de la Comuna de París

"Los proletarios de París , en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos . . . Han comprendido que es su deber imperioso y su derecho indiscutible hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el Poder."

(Journal officiel de la République française, 21 de Marzo de 1871)

Eso era la comuna, la toma del poder por los obreros y soldados y la utilización de dicho poder para construir una sociedad nueva. No obstante, no basta con tomar el poder y empezar a tomar medidas socialistas, las primeras medidas que han de tomarse son las que van encaminadas a la extinción del poder del estado (incluso del estado proletario). La Comuna tomó como primera medida la abolición del ejército permanente que fue substituido por las milicias obreras que eran elegidas y revocadas por los ciudadanos (por tanto bajo control directo de los mismos). ¿Qué país puede tener control real sobre su ejército? Ninguno, solo la Comuna pudo conseguirlo en su tiempo.

Una vez destruido el poder represor de la vieja sociedad y habiéndolo puesto bajo control obrero, los comuneros empezaron a dirigir su mirada ante los aparatos ideológicos del estado burgués, sobretodo el más importante: la Iglesia. Se decreto la separación efectiva de la Iglesia y del estado así como la abolición de los privilegios clericales, también se colectivizaron las iglesias y se pusieron a disposición del pueblo y de sus reuniones distritales. También se retiraron los curas de la vida opulenta y empezaron a vivir de las limosnas de sus fieles, y no al revés, como era costumbre. La educación se declaró gratuita y universal además de científica y se eliminó la influencia perversa de la religión en la enseñanza de las ciencias.

Marx describe las medidas de la Comuna de la siguiente forma:

“La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de la ciudad. Eran responsables y revocables en todo momento. La mayoría de sus miembros eran, naturalmente, obreros o representantes reconocidos de la clase obrera. La Comuna no había de ser un organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. En vez de continuar siendo un instrumento del Gobierno central, la policía fue despojada inmediatamente de sus atributos políticos y convertida en instrumento de la Comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento. Lo mismo se hizo con los funcionarios de las demás ramas de la administración. Desde los miembros de la Comuna para abajo, todos los servidores públicos debían devengar salarios de obreros. Los intereses creados y los gastos de representación de los altos dignatarios del Estado desaparecieron con los altos dignatarios mismos. Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del Gobierno central. En manos de la Comuna se pusieron no solamente la administración municipal, sino toda la iniciativa ejercida hasta entonces por el Estado.”

(La Guerra Civil en Francia)

Las palabras en negrita forman parte de las enseñanzas que Lenin tomó de la Comuna para su obra clave sobre el estado, en la que anunciaba estos principios para la representación verdadera de los obreros: “Salario de un obrero, exibilidad y revocabilidad del cargo en todo momento”. Otras medidas de la Comuna fueron el control obrero de las industrias y fabricas abandonadas por los patronos y la prohibición del trabajo nocturno de los panaderos, así como las multas de los patronos a sus trabajadores. También se cancelaron las deudas a los pobres y se inicio un proceso de acceso a la vivienda, además de devolver a los obreros sus herramientas confiscadas y condonar el pago de alquileres.

Todas estas medidas dieron al gobierno de la Comuna de Paris un apoyo social gigantesco y todos los ciudadanos parisinos se implicaron en el desarrollo del día a día. La pasividad ante la política burguesa dio paso a un entusiasmo ciudadano al ver que ellos podían realmente llevar a cabo sus deseos y podían dar su opinión. En las fábricas y talleres los trabajadores consiguieron levantar la producción sin patrones ni encargados, sin directores ni accionistas, no hicieron falta inversiones de capitales extranjeros para producir en Paris. Fue el primer gobierno obrero de la historia y se notaba en las calles. En todas partes de desbancó la bandera tricolor de la República y se enarboló la bandera roja de la Comuna, no como “un monumento a París o Francia, sino a toda la humanidad” en palabras de Marx.

El final de la Comuna:

En contraposición a todo esto estaba el gobierno asesino de Versalles presidido por la París refinada y burguesa que odiaba a los communards tanto como los Kerenki y Kolchak odiarían en 1917 a los bolcheviques. Los Thiers y los MacMahon destrozaron el ejemplo de la Comuna, que no podía trascender pues incendiaría Europa y los desheredados de otros lugares reclamarían el pan que les era arrebatado. Era necesario no solo reinstaurar el gobierno burgués, sino aniquilar de la forma más bárbara y despiadada cualquier reducto revolucionario en la ciudad. Así eran las ideas de las hienas que acabaron con la Comuna. El gobierno de Bismark, que sabía que el ejército francés no podría (en esas condiciones) hacer frente a una campaña para restablecer el orden del capital en París, entregó a Thiers miles de prisioneros de guerra para que los utilizara de fuerza represiva contra su propio pueblo.

Así fue como a finales del mes de Mayo de 1871 se lanzó contra París un ejército de 200.000 soldados, mientras los obreros le hacían frente con barricadas calle a calle y piso por piso. Esta situación de terrible guerra duró una semana aunque algunos observadores de la época la cifran en dos semanas de combates reales, en cualquier caso lo terrible del hecho fue la represión posterior. Se decretó como criminal a todo aquel que hubiera colaborado con la Comuna y unas 30.000 personas fueron asesinadas, algunas torturadas (sin distinción de edad o sexo), además hay que añadir que muchos miles fueron enviados a campos de concentración o exiliados a las colonias francesas. Se podría decir que esta acción represiva aniquiló la práctica totalidad del movimiento obrero en París y en gran parte de Francia.

Marx dice en su obra clave sobre la Comuna, y a razón de la semana sangrienta lo siguiente:

“La civilización y la justicia del orden burgués aparecen en todo su siniestro esplendor dondequiera que los esclavos y los parias de este orden osan rebelarse contra sus señores. En tales momentos, esa civilización y esa justicia se muestran como lo que son: salvajismo descarado y venganza sin ley. Cada nueva crisis que se produce en la lucha de clases entre los productores y los apropiadores hace resaltar este hecho con mayor claridad. Hasta las atrocidades cometidas por la burguesía en junio de 1848 palidecen ante la infamia indescriptible de 1871. El heroísmo abnegado con que la población de París -- hombres, mujeres y niños -- luchó por espacio de ocho días después de la entrada de los versalleses (se refiere aquí Marx a los lacayos de Thiers) en la ciudad, refleja la grandeza de su causa, como las hazañas infernales de la soldadesca reflejan el espíritu innato de esa civilización, de la que es el brazo vengador y mercenario. ¡Gloriosa civilización ésta, cuyo gran problema estriba en saber cómo desprenderse de los montones de cadáveres hechos por ella después de haber cesado la batalla! “

Poco después de la sangrienta represión y cuando aún no se había secado la sangre de la mujeres y los niños de las calles de París, las mujercitas burguesas de la época retornaban del exilio de Versalles porque se había restablecido el “orden”, el orden que les permitía asistir a sus clases de canto mientras el pueblo trabajaba 15 horas en los aserraderos, los astilleros, o las panaderías. Los bares volvían a llenarse de jugadores de billar y de especuladores y los cerdos y buitres como Thiers fueron premiados por su heroísmo a la hora de disparar al pueblo con puestos importantes y bien retribuidos (presidente de la república no declarada). Hoy día hay que recordar a los comuneros de forma insistente, como lo hicieron Marx, Lenin o Trotsky en sus obras, que solo les reprocharon no haber utilizado el “terror” como método para asentar la revolución y su extensión por todo el país. Los comuneros fueron considerados con los perros burgueses de Versalles y eso les costó la vida a todos, por suerte, los bolcheviques aprendieron la lección de la Comuna y no dejaron a ningún reaccionario tomar la iniciativa.

A 140 años de su desaparición los comunistas hemos de tener claro que cuando Marx y Engels hablaban de la dictadura del proletariado se estaban refiriendo a acciones como las que llevaron a cabo los “communards” parisinos en 1871.

2 comentarios:

  1. Creo que comete un error, han caído (o van caer, si contamos Siria) los únicos países laicos y con el petróleo nacionalizado de toda África. Está claro que algunos de esos dirigentes eran dictadores, pero el cambio no se ha traducido en mayor democracia, sino en cambiar un dictador por un títere pro-occidental igualmente represor (ej.Egipto), y por una acentuación de la influencia islámica. El caso más flagrante es Libia, que era el país con mayor PIB e IDH (Índice de Desarrollo Humano) de todo Oriente Medio, que contaba con una sanidad y educación al nivel occidental, con igualdad de la mujer, etc. Donde Gadafi no ostentaba ningún cargo ejecutivo o legislativo, pero donde el pueblo libio cometió, por decisión democrática, un error: nacionalizar el petróleo. Meses después de esa decisión tienen el país arrasado, la ley islámica implantada y su petróleo en manos de Occidente. ¿Gran cambio, no? PD: El ejército ruso ha desmentido a través de las observaciones de sus satélites que Libia bombardease a sus ciudadanos.

    ResponderEliminar
  2. Hola Victor. Gracias por comentar.

    Si lees bien el principio del artículo verás como critico las derivas que tanto el capitalismo europeo como sus burguesias nacionales se han cargado las revoluciones arabes. en ningún momento hablo bien de los ladrones corruptos de la CNT libia ni de nada por el estilo (lee otros artículos que he escrito sobre Libia y entenderás mi postura).

    Lo que no puedo admitirte (desde el respeto ajaj) es que digas esto y te vayas tan ancho:

    "El caso más flagrante es Libia, que era el país con mayor PIB e IDH (Índice de Desarrollo Humano) de todo Oriente Medio, que contaba con una sanidad y educación al nivel occidental, con igualdad de la mujer, etc. Donde Gadafi no ostentaba ningún cargo ejecutivo o legislativo, pero donde el pueblo libio cometió, por decisión democrática, un error: nacionalizar el petróleo. "

    ¿Esta parrafada está decribiendo a la misma Libia donde gadafi ayudaba al Mi6 y a la CIA para secuestrar a disidentes en la zona? Describes la Libia de Gadafi como el paraíso sobre la tierra pero (aunque no te discuto los datos) creo que te estás olvidando de muchas cosas.

    Para empezar gadafi es un demagogo asesino hinchado de millones (se habla de 120 mil millones en el extrangero) y accionistas de las mayores empresas italianas. En cuanto al tema de la mujer te puede remitir a alguna frase de Gadafi:

    "no somos mujeres para entregarnos"

    y como olvidar su guardia personal de 200 "vírgenes".

    Con todo esto no estoy diciendo (repito, por si se te ocurre comentarlo) que no estoy defendiendo a las ratas de cloaca que se han hecho con el poder en Libia (muchos de ellos en el gobierno de Gadafi).

    Además, esta entrada no era de la Comuna de París? Jeje.

    Saludos.

    ResponderEliminar